Vacaciones 2014

Como sabéis, cambié de trabajo hace tres meses lo que ocasionó algún que otro chascarrillo al preguntar sobre las vacaciones: “… ¿acabas de llegar y ya quieres vacaciones?….”. Al final, me dieron 5 días (también es lo legal, pues si tenemos veintitantos días al año, eso son casi dos al mes, por lo que tras este primer trimestre, ya debería tener seis).

Uno de esos cinco días lo pasé en París: tuvimos reunión en la sede de Francia miércoles y jueves así que el viernes aproveché para quedarme allí. Aprovechamos para ver otras coas que no habíamos visto: Barrio Saint Germain, la Cité, Versailles y algún que otro “POI” de El Código da Vinci… París podría recordar “algo” a Madrid, pero “mil veces más grande”. Si en España tenemos “La Granja de San Ildefonso”, allí está Versailles 100 veces más grande. Y así sucesivamente. Quizás Madrid es la copia “cutre”.

2014-07-11 11.07.23

Los otros cuatro días que me quedaron, los aproveché con unas reuniones por el norte: Organicé visitas a partners en Oviedo, Bilbao y Santander (en ese orden, sí, muy inteligente, lo sé) de miércoles a viernes. Como además en agosto trabajamos sólo hasta las 15h, teníamos tiempo (sí, Alicia vino conmigo) para ir con calma al siguiente destino y tratar de descansar, pues el primer día, Oviedo, salimos de casa a las 5 de la mañana para llegar allí a las 11h. El viernes comenzaron las verdaderas vacaciones: Galicia.

El viernes salimos de Santander hacia Galicia, a Ortigueira, donde estuvimos en el hostal que hay allí por tres días. Días de relax, en comparación al tute de kilómetros que nos habíamos pegado los días anteriores. Comida en la playa, Alicia pudo ver familiares y conocidos, etc… Uno de los días la verdad que fue muy malo, lloviendo, así que aproveché para terminar de leer “La Cena” de Herman Koch.

Panorámica de la ría de Ortigueira

El lunes salimos hacia Finisterre, el fin del mundo. Tomamos un “crucerito” que nos llevó por la costa y quedó a la altura del famoso faro para ver el atardecer/anochecer. Mereció la pena los eurillos pagados, totalmente recomendable.

Anochece en Finisterre

El martes fuimos hacia O Grove con un objetivo: megamariscada. Para purgar pecados, fuimos primero a La Toja, pero no al balneario, sino a dar una vuelta por allí y ver esa especie de Marina D’or gallego (aunque de muy alto standing). Tras hacer tiempo, fuimos a D’Berto, elegido mejor marisquería de España en 2014 y con precios acorde al galardón. Con los vertiginosos costes, la verdad que se hacía difícil pedir, pero al final nos metimos unos percebes (gordos no, lo siguiente), unas almejas marinera, unas ostras (por si hacía efecto viagra) y un bogavante. Todo genial, salvo el postre, unas filloas que quedaron oscurecidas por la calidad antes vista.

La idea original era volver el miércoles desde El Grove, pero con unas cosas y otras, pasamos por León, concretamente por Castroverde de Campos para estar con la familia de Sara, invitándonos a una barbacoa. La verdad es que tenía buena pinta, pero “algo” en el desayuno del hotel antes de salir me debió sentar mal no estaba muy “catódico” para el buen yantar. Para dormir, estuvimos en una casa rural muy recomendable que hay dentro del propio pueblo: todo con vistas, pues en caso de beber un poquito, no hacía falta coger coche.

El jueves volvimos a casa, tras este periplo de 9 días y más de 2400 Km.

De sushi y otros temas

Desde que volvimos del crucero apenas he tenido tiempo de comentar por aquí más cosas: entre trabajo y compromisos post-boda, hemos estado muy liados.

Tras el crucero, todavía que quedo algún día de “vacaciones”, que aprovechamos para atender al curso de sushi que nos regaló Antonio. Fue un regalo de lo más original, pues como toda experiencia, es algo que te queda para siempre. Por otro lado, es muy útil, pues desde entonces, ya hemos hecho sushi en casa un par de veces y con muy buen resultado:

Sushi casero

Sushi casero

Ya, reincorporado al trabajo, aunque suena a tópico, he estado muy liado, pues el trimestre está en su recta final y todo se junta: Desde trainings en Madrid, Barcelona y Lisboa, día festivo pero que en realidad ha sido “laboral” (a cambio de otro día), evento en Barcelona y visitas a clientes en zona norte (con salida el domingo en coche hacia Oviedo)…

El viaje al norte estuvo bien: tres días en los que estuve en Oviedo, Santander, San Sebastián y Bilbao. Esta vez pude ver Oviedo mucho mejor, y lo que en un post anterior dije que era la catedral, ya he podido comprobar que no es así, que la catedral es mucho más grande. Al día siguiente, tras reuniones allí, salí hacia Santander para tener más reuniones, pero para hacer noche fui a San Sebastián, en un hotel altamente recomendable, el Hotel Avenida. El único fallo que encontré es que el restaurante lo tienen cerrado por la noche, el más cercano estaba también cerrado y al final, acabé a media hora en coche en un McDonald’s de un centro comercial de la zona… Finalmente, la vuelta de Bilbao muy tranquila, con luz, lo que hace más agradable la vuelta al poder ver los paisajes de la zona.

Como comenté, el jueves fue festivo pero estuve trabajando, cambiándolo por el viernes 18, donde aprovechamos para ir a Montijo y celebrar la boda con el resto de la familia que no pudo venir. Fue una comida de lo más agradable, hacía tiempo que no íbamos por allí y esta vez no era yo el que conducía (lo que me sirvió para ir con el portátil resolviendo un temilla que tenía pendiente del trabajo). En ese mismo fin de semana, termién de preparar el viaje a Canarias que me he marcado en esta última semana, de nada más que tres días.

En Canarias estuve dos días en Las Palmas de Gran Canaria, con una implantación y, aprovechando que estoy allí, visitando clientes. Desde Las Palmas con un vuelo interno de Binter a Tenerife, donde estuve un sólo día, suficiente para ver más clientes de la zona y volver tranquilamente y, sobre todo, temprano, pues tras estar tres días fuera, siempre es mejor volver temprano para contar las hazañas vividas por tierras lejanas.

Vistas desde el Hotel Parque de Las Palmas de Gran Canarias

Vistas desde el aeropuerto de Tenerife Norte

Por cierto, en WikiLoc ya he subido las rutas que hicimos por Chichén Itzá, Jamaica y Gran Caimán. En el plugin de WikiLoc las podéis ver directamente sobre los planos de Google.

Desde el Sur al Norte (de España)

Otra vez no he vuelto a postear en dos semanas… pero incluso en fin de semana he estado liado preparando las reuniones y demos.

La primera semana de Febrero ha sido para el sur de España, haciendo Madrid-Murcia-Madrid y Madrid-Tenerife-Las Palmas-Madrid, lo que me ha tendido 3 días fuera. La semana siguiente ha sido el norte, donde finalmente hice Madrid-Bilbao-San Sebastián-Madrid y luego Madrid-Oviedo-Gijón-Madrid.

El viaje a Murcia lo hice en tren, que se tardaba más o menos lo mismo que en coche y me permite trabajar mientras. Con el GPS medí algún tramo a 180 Km/h, lo que no está mal y las paradas son muy rápidas, tanto que como no estés en la puerta al llegar en la estación, quizás te tengas que bajar en la siguiente. Nunca había estado en Murcia y por suerte no me hizo mucho frío ni llovió. Ese lunes, llegué un poco tarde a casa, pues llegué de vuelta a Chamartín a las 23:30.

Al día siguiente, martes, a Canarias, donde la primera parada fue Tenerife, en el “famoso” aeropuerto de Tenerife Norte. Según me contó la gente de allí, parece que al encargado de hacer el aeropuerto le preguntaron dónde NO había que construirlo… y lo edificaron ahí mismo. Al ir llegando, el piloto comentó que trataría de aterrizar en él, pero que si no podía, iríamos a Tenerife Sur… Unos días antes hubo riadas en Tenerife y una especie de tormenta tropical todavía estaba por la zona, pero en las últimas. Por las calles todavía había barrillo en las aceras y en verjas se veía suciedad a más de un metro de lo que arrastró la riada, además de garajes achicando el agua tras la inundación. Tenerife está a la bajada de un barranco y el agua acaba llegando en forma de riada cuando llueve en La Laguna (en la zona alta).

Arco Iris en Tenerife

Arco Iris en Tenerife

En Tenerife

En Tenerife

Mi idea de Canarias es la visión de Lanzarote que he visto en fotos, por lo que Tenerife me ha sorprendido muchísimo. Todo muy verde, pero verde tropical intenso. Imagino que debe llover regularmente, pues estando por allí, chispeaba de forma contínua… pero bueno, como he comentado, la tormenta estaba en sus últimas horas.

Por la tarde cogí un vuelo de Binter Canarias para ir de Tenerife a Las Palmas. La idea inicial era coger un ferry, pero por previsión de la tormenta, cogí el avión. Es la primera vez que voy en uno de hélices (que como las mueven, pueden ir marcha atrás) y no se va tan mal como pensaba, pues de ruido hace más o menos lo mismo y el trato, pese a ser un vuelo de media hora, me dieron agua y una chocolatina típica de allí, las Tirma.

Al llegar a Las Palmas, aeropuerto de Gando, me entró un momento pánico: pensaba que había llegado a otro aeropuerto distinto, pues según la publicidad de Binter en el avión, había varios posibles destinos dentro de Gran Canaria. Por otro lado, al ser una base militar, pensaba que era algún tipo de aeródromo, y un avión de RyanAir me hizo sospechar que era un aeropuerto secundario. Al final resultó que sólo ese era el único aeropuerto. Para ir hasta la ciudad, como está un poco alejado, cogí un autobús, pero los jubilados guiris italianos, que no entienden qué es una cola, hicieron complicado la subida al autobús.

Ya en la ciudad, como de costumbre, fui a cenar a un chino, donde pude comprobar que es igual que en Madrid. También fui de decomisos y bazares en busca de electrónica a bajo coste, pero creo que es  un mito. Quizás hace años sí merecía la pena, pero no hay nada como tener a Alicia con Internet y llamarla para comprobar precios en tiempo real.

Al día siguiente, tras las reuniones, llegué al aeropuerto justo cuando la puerta de embarque abría, con apenas 15 minutos antes de que el avión salga. Parte de la culpa del retraso, la tuvo la comida en un japonés con el cliente, donde el camarero se pone a cocinar en tu mesa… Cuando en el control un pasajero se “atascaba” al pitar en el detector y no dejaban pasar al resto, me entraron los mil males… siempre viene bien algo de acción. El cielo, tanto a la ida como a la vuelta, estaba un poco cubierto, mi ventana daba al Atlántico, no hacia la costa y no se veía mucho, así que sólo tenía como alternativa divertida dormir durante el vuelo.

En la siguiente semana, hice los viajes en coche. Tenía una demo en Bilbao y salí temprano. La verdad es que por allí todo bien, pero lloviendo, pues la dichosa tormenta de Canarias había subido hacia la península. En San Sebastián, donde fui por la tarde, me cayó una buena lluvia, justo cuando iba andando… menos mal que el chubasquero y paraguas oficiales de mi empresa me protegieron bien, pero el trolley se mojó bastante, entrando un poco de agua.

A la vuelta, vino lo peor, pasando Burgos, a 130 Km de Madrid y sobre las 23:00, me reventó la rueda trasera derecha. Lo único que noté fue que, al adelantar a un camión, comenzó a vibrar el coche y hacer un extraño sonido. Pensaba que era el pavimento, pero cambiando de carril seguía igual… poco a poco el ruido se hizo peor y me hizo sospechar de la rueda (pensaba que era la delantera derecha), pero como no quería estar de noche y lloviendo en un arcén cambiándola, seguí conduciendo más despacio hasta la primera gasolinera. No fueron más de 10 Km, pero la rueda quedó totalmente destrozada y humeante cuando paré:

Rueda Reventada (I)

Rueda Reventada (I)

Rueda Reventada (II)

Rueda Reventada (II)

Como ya tengo práctica, en 10 minutos ya estaba de continuando el camino, pero con un intenso olor a goma quemada dentro del coche. Al día siguiente, por la tarde, fui a Norauto y cambié las cuatro, que ya tenían 50.000Km y casi 3 años, por lo que ya les iba tocando (aunque podrían haber aguantado un poco).

Tras el viaje del lunes, el miércoles salí por la tarde hacia Oviedo, donde hice noche para evitar el palizón. Cogí un hotel muy céntrico, cerca de ¿la catedral?

¿Catedral de Oviedo?

¿Catedral de Oviedo?

Para cenar, fui a un chino, como es mi costumbre para saber si es igual de todas partes. La verdad que el pollo al limón fue muy raro y no me gustó… Además, entraron un par de yonkis al restaurante pidiendo un plato de arroz y pensé que terminarían atracándolo, ya sería la guinda final.

Al día siguiente, por Oviedo ya nevaba un poco al ir por la calle andando. De allí, a medio día salí hacia Gijón, donde seguía nevando.

En Gijón

En Gijón

Por cierto, para una de las reuniones, la dirección no venía en el GPS (calle nueva y planos no actualizados), así que terminé buscándola en Google Maps y algún gracioso puso la empresa en otro sitio, por el centro de Gijón, cuando en realidad está en las afueras… Nada mejor que un poco de stress para seguir con el día.

De Gijón salí sobre las 18:30 nevando, con obligación de cadenas en Pajares. Afortunadamente, la autovía de peaje no pasa por allí, pero sí estaba toda nevada… tanto, que íbamos todos los coches detrás de un camión que nos iba abriendo camino. Los quitanieves estaban funcionando en sentido contrario (bajada del puerto), pero a la subida, los tres carriles sólo eran uno e íbamos a menos de 50 Km/h. Algún 4×4 se atrevía a adelantar, pero lo peor eran los flipaos que con un astra o similar se atrevían a ir por la nieve. Pasado uno de los largos túneles la nieve se acabó, pero seguíamos a -10 ºC. Finalmente, llegué a casa, más o menos tarde, pero sin percances ni reventones, eso sí, el coche llegó un pelín sucio (y con nieve todavía en la matrícula):

Coche tras el viaje

Coche tras el viaje

Por cierto, he estado jugando con el nuevo servicio Buzz de Google. Tiene geolocalización cuando comentas algo, así que casualmente vi comentarios (salen unos globitos en el mapa) sobre un italiano de Torrejón, el Chacabuco, con muy buenas recomendaciones, así que decidimos probarlo y no nos defraudó. Tuvimos suerte al ir temprano, ya que casi todo el mundo iba con reserva. Como curiosidad, tenían “papas con mojo”, así que lo que no comí en Canarias, lo probé en Torrejón.

Por fin vacaciones (VII)

Hoy hemos dicho adiós a Casa Gloria, en Vilanova de Lourenzá, y nos hemos dirigido a Logroño.

Como les hemos prometido a los dueños de la casa, Gloria e Isidro, vamos a recomendar el sitio en todas partes, pues de verdad nos han tratado muy bien, está en una zona “céntrica” en cuanto a lo que queríamos ver y, la relación calidad precio es inmejorable.

Como el viaje hasta Briones, en Logroño, es largo, paramos a comer en Santander, que como siempre, es muy bonito, con uno de los mejores paseos marítimos que conozco. La idea era comer en algún sitio típico, pero al final acabamos en un chino… para variar.

Pasamos por Bibao, aunque por los alrededores, para coger la AP-1 e ir hacia Logroño. Lo raro de todo, es que durante todo el viaje, el GPS ha ido loco completamente, ¿es posible que hayan subido el error?. Hubo un momento en que casi lo tiro por la ventanilla… Lo peor fue al llegar a Briones. Aunque el pueblo no es grande, sin ABSOLUTAMENTE ninguna referencia, empezamos a callejear a ciegas, por callejuelas estrechas, pero finalmente llegamos a Los Calaos de Briones, un restaurante con alojamiento rural. Por cierto, un “calao” es una especie de bodega en las casas.

En el hotel rural, nos han dado la habitación que sale en la web, con unas vistas a todos los pueblos de la zona y a las bodegas Dinastía Vivanco, y menos mal, pues el pueblo está de fiesta por lo que la otra cara de la casa que da hacia la plaza del pueblo tiene que ser un poco ruidosa, pues  están montando una jarana de la buena… Yo ahora estoy en la cama, con la cabeza como un bombo, así que poca fiesta voy a tener hoy.

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En Bilbao

Esta semana he estado por Bilbao, concretamente el jueves, pues aunque salí el miércoles, llegué pasadas las doce de la noche.

El viaje lo hice en coche, pues en cuatro horas (o menos),  es fácil plantarse allí. La idea era salir el miércoles a las 18:30 como muy tarde, pero estuve en una conferencia con un posible cliente que se alargó hasta pasadas las 20h, por lo que entre los preparativos previos, salí cerca de las 21h.

En la anterior empresa, ya había ido muchas veces a Burgos, así que conocía el camino sin problemas, pero no había pasado más allá hacia el norte, salvo para ir a Asturias/Santander. En este caso, se coge una carretera de peaje, que me hace gracia, pues pone “Red de carreteras del estado”… ¿del estado?, ¡pero si es de peaje!.

Al llegar allí, el dichoso GPS de Nokia comienza a dar de las suyas, pero finalmente consigo aparcar en el parking Pío Baroja. Creo que debe haber algún tipo de innibidores de frecuencia, pues nunca había visto al GPS tan loco, perdiendo cobertura cada dos por tres.

Del parking, pasamos al hotel… o mejor dicho, al hostal. Sí señores, un hostal y no es que tenga problemas económicos, sino es que parece ser que hay una feria en la cicudad (¿Ferroforma?) y todos los hoteles suben los precios de locura, así que, el Hostal Begoña fue lo único a precio razonable (al mismo precio que un cuatro estrellas de Barcelona al que suelo ir). Como no estoy acostumbrado a los hostales, me resultó bastante raro eso de ir a un piso, antiguo y muy grande, aunque completamente reformado, para dormir.

Al día siguiente, todo el día de reuniones. Al mirar en el mapa los diversos puntos a los que tenía que ir, pensé que estarían muy lejos, pero ¡qué va!, es muy pequeño y pude ir andando, salvo a un pueblo cercano que ya tocó coger el coche. Por suerte, amaneció un buen día, un poco de frío por la mañana, pero después ya se podía ir sólo con la chaqueta:

Mirando el Nervión

Mirando el Nervión

Finalmente, terminadas las reuniones, sobre las 19h, tocó retirada y vuelta al hogar. Lo bueno es que a la vuelta, había algo de luz y pude ver un poco el paisaje de la zona, pues la noche anterior (o mejor dicho, esa misma noche) no pude ver nada.

Por cierto, el Guggenheim es más pequeño de lo que parece y no, no fui de pintxos, sino a un Burger King.