Vacaciones de verano 2010 (VII)

Tras reposar el jueves, habiendo llegado el miércoles noche (con comité de bienvenida incluido de Sara y Kike) y el viernes, el sábado partimos de nuevo: Esta vez el objetivo era Porto, pero pasando por Salamanca.

El viaje empezó de forma accidentada, pues cuando ya teníamos todo el el coche, nos dejamos las llaves de casa por dentro puestas y al cerrar la puerta. Fuimos a casa de mis padres a por unas radiografías y alambres, pero nada, aquello no funcionó y terminamos llamando al casero: el seguro de la casa lo cubre, así que llamamos a la compañía y en un par de horas vino el cerrajero. La verdad es que te quedas con cara de tonto cuando ves que con un simple acetato lo mete, pega tres meneos y abre.

Llegamos a Salamanca más rápido de lo que tenía previsto, dejamos el coche en el parking del hotel y nos fuimos dar una vuelta para comer algo. Acabamos en el Drunken Duck, donde nos atendieron a las mil maravillas. De allí fuimos a conocer el casco histórico, las catedrales, universidad,… era increíble, pero en todas las iglesias había bodas, estando todas petadas haciendo difícil hacer de turista para no molestar.

¿Catedral?

¿Catedral?

Por dentro

Por dentro

Por aquel entonces no tenía un gps logger, así que no puedo mostrar la caminata que nos dimos, pero ya os comento que fue intensa… Merendamos en la calle, donde Alicia compró un trozo de hornazo (algo así como un cocido dentro de un bollo). Yo fui más a lo que conozco: un trozo de empanada que nos lo comimos al lado de la casa de las conchas:

Casa de las Conchas

Casa de las Conchas

De allí continuamos con el paseo hacia el Huerto de Calixto y Melibea

Huerto de Calixto y Melibea

Huerto de Calixto y Melibea

Al final, acabamos en la Plaza Mayor, tomando unas tapitas de cena y vuelta al hotel para voler a coger carretera al día siguiente

Plaza Mayor

Plaza Mayor

De vacaciones (I)

Esta semana de vacaciones que hemos tenido ha tocado desconectar del todo. Alicia buscó un hotel en Lisboa que no tuviese WiFi ni nada parecido, además, al estar en tarifa de roaming, la conexión por móvil a Internet sería complicada (o muy cara).

Primero fuimos a Montijo, donde estuvimos un par de días y aprovechamos para ver a la familia, pues hacía tiempo que no íbamos. En el camino de ida, paramos a comer justo a la salida de los túneles del puerto de Miravete:

http://picasaweb.google.es/s/c/bin/slideshow.swf

Tras este breve paréntesis, pusimos rumbo a Lisboa. El TomTom no dio ningún problema, pasamos por el famoso puente 25 de Abril, muy parecido al de San Francisco. Aquí podemos ver el vídeo:



Llegamos finalmente al hotel Park Atlantic, de la cadena Tiara, pero cuando reservamos era de Le Meridien (cadena de los Sheraton). Paramos el coche en la puerta, pero como no es de gama alta, el aparcacoches sólo nos dijo por dónde ir para meterlo en el parking. Tras dejar el coche aparcado, subimos al hotel con las maletas, cuando un botones nos ve e insiste en ponerlas en un carrito, además de acompañarnos a hacer el check-in. Más tarde, nos subiría las maletas a la habitación, lo que me recordaba a aquellas películas cuando el botones pone la mano y le pegas el chicle que tienes en la boca.Después de dejar las maletas y comprobar que el hotel era una auténtica pasada, con unas vistas increíbles, comienza la visita:

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Podemos ver desde fotos del viaje de ida hacia Lisboa, la habitación del hotel, fotos de Rossio, Plaza de Restauradores, paseo marítimo, Plaza del comercio, Barrio de Pescadores, Catedral de Lisboa y el Parque de Eduardo VII.

Lo primero que hicimos, fue ir a la estación de Metro, a por un plano. Allí había una oficina de atención al cliente, así que, aprovechamos para preguntar. Nos remitieron a Restauradores, donde hay una oficina de información turística de la que salimos llenos de planos y con una nueva misión: conseguir un 7Colinas, un ticket que se recarga por los días que quieras que permite subir a cualquier transporte por 3,5 euros.El boleto es curioso, no es de plástico, sino cartón, con un chip RFiD que abre los tornos con sólo acercarlo. El cartoncillo es bastante endeble y hay puestos en la calle que los plastifican, pero como no hace falta sacarlo del monedero…

El metro de allí sólo tiene cuatro líneas: amarilla, azul, roja y verde. Luego, están los autobuses y los famosos eléctricos, los tranvías, que no han variado desde los años 40. Con tanta alternativa, no hizo falta usar ni un sólo día el coche, que descansó a lo largo de los cuatro días que estuvimos por allí.