La ruta del bakalao

Esta semana ha tocado ir a Alicante y Valencia, pero no de vacaciones ni puente… porque el jueves 11 al final me ha tocado trabajar.

El martes, temprano, salí hacia Alicante para tener algunas reuniones. Aparqué creo que “por el el centro”, en el parking de Alfonso el Sabio (en el ticket no aparece la “X”… a ver si alguien no se atreve a entrar…) y busqué, ¡cómo no!, un restaurante chino. Si disponéis de Google Maps en el móvil, podéis hacer las búsquedas geolocalizadas, así que “Restaurante chino” da los más cercanos. Como ya he comentado, suelen estar vacíos de lunes a viernes, tienes una mesa sólo para ti, con tu matel, puedes trabajar cómodamente y son muy económicos.

A la vuelta, como me sobraba un poco de tiempo, pasé por El Corte Inglés, donde al estar disfrazado de romano, me confundieron un par de tipos con un empleado, preguntándome cosas.

A la vuelta, por la AP-7, pude ver cerca de Gandía un incendio bastante grande, pero no lo suficiente para los aviones… alguien se estará frotando las manos con las recalificaciones. También se puede ver Benidorm y sus “rascacielos”, además que puedes empezar a escuchar radios guiris, todas en inglés.

Finalmente llegué a Alfalfar, muy cerca de Valencia, donde me alojé en un Ibis junto a un centro comercial. Como había un McDonald’s pegando, pasé primero por ahí, pues me apetecía un poco de guarreo. Al hacer el check-in, de la cocina, que está pegada a recepción, salió el cocinero quien no dejaba de preguntarme si quería cenar algo. Le dije que ya venía cenado, pero insistía en que las ensaladas son muy ligeras… Imagino que será un plus a los precios tan ajustados de las habitaciones.

La habitación era bastante normal, pero el baño era desconcertante. Parecía el del un avión o tren, una especie de cabina de plástico dentro de la habitación con el WC, la ducha y el lavabo. En cualquier caso resultó útil y práctico.

Al día siguiente, miércoles, salí temprano hacia el centro de Valencia a por las reuniones. Otra vez más, para comer fuí a un chino (Restaurante Mey-Mey), pero este tenía muy buena pinta, pues no era el típico. El menú era algo más caro, pero valió la pena: dim-sum de entrante, muy distintos a los típicos rollitos de primavera.

Una cosa que me llamó la atención en Valencia fueron tres tiendas de cómics, y eso que sólo estuve allí un rato. También me hizo gracia una tienda de juguetes educativos, donde había un piano de cola chiquitito, igual que el que toca el amigo de Charly Brown.

A la vuelta, no dejaba de sorprenderme la cantidad de coches que venían en sentido contrario… resultó que había puente en Madrid, menos para mi, lo que es de “agradecer”, pues tienes tiempo a dejar listo todos los temas pendientes el jueves y viernes.