Vacaciones de verano 2010 (III)

Hoy estuvimos en Utrech. Quizás lo más bonito con diferencia que vimos en Holanda después de La Haya, pues Amsterdam no nos entusiasmó especialmente.

El viaje en tren es largo y pudimos ver cómo multan los revisores a una señora que se coló. Una vez allí, parece que has viajado en el tiempo y has aparecido en un pueblo medieval, pues a poco que te mueves de la Estación Central ya estás en pleno casco histórico que está extremadamente bien conservado.

En Utrech

En Utrech

La primera parada fue la Catedral de San Martin, donde estaba un coro ensayando, así que, concierto en directo gratuito. De ahí, por la calle escuchando el carillón de la torre Dom, el cual dura un rato largo y no sólo toca música “antigua”, sino también cosillas adaptadas modernas.

De ahí, al museo de música automática, donde había desde carillones, relojes musicales y auténticas orquestas metidas dentro de una caja (alguna como una caravana de grande). La verdad es que fue impresionante, pues las piezas no sólo se muestran, sino que se ponen en funcionamiento y las escuchas. Incluso alguna tenía programada músca actual, como la de “We are the champions”…

Para comer, otra vez un sandwich y a seguir por allí, viendo los canales, la universidad, un convento y la casa de un famoso dibujo de un conejo llamado Nijntje, que parece muy popular por la zona.

Tras perdernos por el centro histórico, volvimos a la estación para regresar a La Haya. Entre el calor que hacía y lo que estuvimos andando, nos quedamos fritos en el tren de vuelta. Ya en La Haya, fuimos a la playa, cogiendo el metro desde la estación al Palace Promenade, en la zona de Scheveningen, donde está el Holland Casino, los famosos cines Pathé. Nos dimos una vuelta por la zona, enseñé a Alicia el “Crazy Pianos” y acabamos en un italiano muy cercano en el que cené con los compañeros hace tiempo. Lo mejor fue al final de la cena, donde nos hicieron trucos de magia en vivo en nuestra mesa. No sé cómo lo hizo, pero el mago me metió una moneda en la correa del reloj sin enterarme. Por si a alguien le interesa, el mago es Alex Conradi, que parece estudio en la escuela de magia de Madrid, con Tamariz, Jorge Blas, …

En la zona de Scheveningen

En la zona de Scheveningen

Nos hicimo el paseo marítimo andando, para ver la diferencia entre una zona y otra, pues la parte del Palacio Promenade se ve, con difernecia, “mejor” que la parte donde está el faro… empiezas a ver gente “rara”, con coches tuneados y aspecto macarra. De allí, cogimos el Tram y de vuelta al hotel.

Por cierto, la lado del hotel, está el Museon, donde por fuera muestra algún elemento de su exposición. No me pude resistir a la siguiente foto:

El hombre con la BOYA más grande del mundo

El hombre con la BOYA más grande del mundo

Vacaciones de verano 2010 (II)

Tras el desayuno, nos fuimos a Amsterdam, no sin anécdotas: La primera de ellas en el tranvía para ir del hotel a la estación… tras esperar un rato, nos damos cuenta que el que vimos pasar era el último (simpre hay que mirar en la parada el horario, cada cuánto pasan) hasta por la tarde que se reanuda esa línea.

Una vez en la estación, tratamos de cargar la ChipKaart en uno de los cajeros automáticos que hay. Pues bien, por algún misterioso motivo, parece que Visa o Master Card no se acepta, así que se termina tragando mi visa. Lo primero que hacemos es hablar con el personal de la estación, pero no tienen  las llaves del cajero y tienen que esperar que vengan de Utrech a examinar la máquina. Reinician la máquina a distancia, rearranca el sistema pero la tarjeta sigue sin salir… Al final, llamé al ING para que me la bloqueen y procedan con una nueva. Lo gracioso es que además me quieren explicar las promos y les tuve que cortar… ¡que las llamadas en roaming son una pasta!.

En tren

En tren

Ya en Amsterdam, en la Estación Central, salimos hacia los canales, para coger uno de los barcos hop-on/hop-off que van por los canales, una especie de autobús en los que adquieres un bono diario que te deja bajar y subir tantas veces quieras.

Desde los canales, en un hop-on/hop-off

Desde los canales, en un hop-on/hop-off

La primera parada fue en el Museo Van Gogh, muy cerca del famoso Rijks Museum. La verdad es que no nos gustó nada y eso que llegamos justo en un momento donde no había apenas gente. Los cuadros que más nos gustaron era de coetáneos suyos, pero no del propio Van Gogh. Creo que lo suyo es un “querer y no poder”, pues todas las caras parecía la misma aunque se suponía pintaba a distinta gente. Uno debe darse cuenta de que no sirve para algo y enfocar sus energías en otra cosa (como a mi con la música…).

I am sterdam

I am sterdam

Tras, y aunque suena duro decirlo, perder el tiempo con Van Gogh, fuimos a comer. Encontramos una panadería/pastelería a precio razonable y con comida típica: sopa de tomate, sopa de cebolla y unos sadwiches (o bocadillos, ya que no era pan de molde) que los hacían en el momento.

Tomatensoep... sopa de tomate

Tomatensoep... sopa de tomate

De allí, más hop-on/hop-off hacia la Casa de Rembrandt. Ahí pudimos ver cómo se hacen los grabados, donde las láminas de cobre, untadas con una especie de cera y resia, se raspan para quitar dicha capa protectora y meterlas en ácido, que se come el metal salvo la zona protegida. Una vez limpia la placa, sin cera, se entinta y se usa para imprimir láminas de papel con una imprenta de rodillo. Además vimos cómo vivían en aquella época y las mini-camas armario que usaban y su estudio, lleno de todo tipo de cacharros.

Paseando por los canales

Paseando por los canales

Al lado, estaba la fábrica de diamantes (o mejor dicho, los que pulen las piedrillas) Gassan, donde en un grupillo pequeño, nos enseñaron cómo tallan los diamantes, luego, nos encerraron en una sala y mediante tubos neumáticos, nos enseñaron un muestrario. Aprovechan también para venderte algo, a lo que supongo precios “de amigo”, pero como no es un tema que controle, tampoco quería picar de incauto, así que nos fumos sólo con un imán típico para la nevera.

Diamantes, diamantes, ¡diamantes!

Diamantes, diamantes, ¡diamantes!

De allí, al barrio rojo y sus put.. digooo coffee shops… mejor dicho liberalidad. Serían las 18:00 y algún que otro garito ya tenía el farolillo colorado encendido y el escaparate con su “muestrario”. La verdad es que me daba cosa mirarlas, pues te miran cuando las miras y me hacían sentir como un pervertido… Al pasar por algún Coffee Shop se podía oler el aroma de dentro. Es una pena que mucha gente vaya por allí sólo por eso (como pudimos ver en el aeropuerto al volver). Aprovechamos para cenar (sí, a las 18:30) en un chino y la verdad es que muy bien.

En el Barrio Rojo

En el Barrio Rojo

De vuelta a La Haya, nos fumos andando hacia el centro y paramos a tomar un mojito en el Havana, un cubano que hay muy cerca del parlamento, donde alguna vez he ido con los del trabajo (que luego no diga Alicia que no la llevo a donde voy con los “amigotes”).

En la Habana de La Haya

En la Habana de La Haya

Con todo el día andando ya nos fuimos al hotel, pues al siguiente también nos tocaría andar y había que estar descansados. Por cierto, al llegar al hotel descubrí la sorpresa que me estaba avisando desde el pie: una ampolla de dimensiones excepcionales en el dedo meñique.

Más ampolla que dedo meñique

Más ampolla que dedo meñique

Vacaciones de verano 2010 (I)

Como ya va siendo habitual, otra vez más tengo que excusarme por no escribir nada… pero como siempre, hay motivo: las vacaciones (¡por fin!).

Al igual que todo final de trimestre (junio), un poco liado, buscando cerrar todos los posibles negocios y, junto con el comienzo en los primero días de las reuniones sobre qué hemos hecho bien, mal, futuras acciones y planificación en general. Ese primer fin de semana la verdad es que no hicimos nada remarcable, por eso no escribí nada, pero luego con la llegada de las vacaciones, sin un PC cerca y mi manía de postear siempre a posteriori, ha hecho que me retrase un poco.

Las vacaciones llegaron el día 7 y, la verdad, con un destino no previsto: Holanda. En los últimos días del trimestre, me surgió un curso en la oficina central para Europa, situada en La Haya. Esos días ya los tenía pedidos, así que, los tres días del training los cancelé para poder asistir y poder ir a mitad de precio (a mi me pagan el vuelo y el hotel).

Avión en Schipol

Pues bien, ese día, el vuelo salió a las 6:50, bien tempranito, para llegar a Schipol (Amsterdam) a primera hora. De allí, estuvimos mirando cuál era la mejor forma de ir a La Haya (sería nuestra base de operaciones esa semana) en tren y ver qué clase de bono turista nos salía más a cuenta, preguntando en la propia oficina de turismo del aeropuerto. Al final, nos compramos la OV Chipkaart, recargable en cajeros especiales y luego, mediante proximidad la pasas en los distintos medios de transporte: tren, metro, buses… Su funcionamiento es sencillo, pues se pasa antes de entrar al tren o en los lectores del bus/metro y te cobran lo máximo (20€ en tren, por ejemplo). Luego, cuando sales, la vuelves a validar y te devuelven lo que sobre de tu trayecto. Es decir, si haces el “truco” de pasarla una vez, entonces pagas lo máximo. También, los revisores van provistos de una PDA para comprobarlo. Además, los precios pagando con dicha tarjeta son más ventajosos que comprando directamente el ticket. La única pega es que tienes que tenerla cargada con suficiente dinero para que puedan cobrarte el trayecto máximo aunque luego te devuelvan.

En el tren, desde el aeropuerto a Den Haag

En el tren, desde el aeropuerto a Den Haag

En plan turístico, está la Holland Pass, donde hay varias categorías, cogiendo la más cara, la XL, que incluía tickets A, B, C, D, E y XL. Esta tarjeta se acompaña de un libro, donde en las diversas ciudades de Holanda, te indica las atracciones que puedes visitar y qué clase de ticket es necesario. Las más caras son tickets A, B y XL.

Alicia quedó impresionada con el conocimiento del Inglés de allí; puedes hablar con quien sea que sin problema podrá responderte. Tras este periplo turístico, ya fuimos del aeropuerto, al en tren y luego en tranvía para terminar en el Golden Tulip, que es el hotel al que suelo ir. Llegamos sobre las 11:30 más o menos y, tras dejar las maletas, salimos de allí a ver La Haya.

Más o menos el centro ya lo conozco, así que llevé a Alicia por allí para enseñarle los sitios en los que he estado. Ese día, comimos las típicas “Frites”, un cono de patatas fritas con mahonesa que es típico de la zona. Además, fuimos al mejor sitio, o eso decía su cartel. Tras un paseo, llegamos al hotel, sobre las 18:30, quedándonos dormidos hasta el siguiente día. La verdad es que yo estaba reventado, pues estuve hasta las tantas el último día cerrando todos los temas pendientes y evitar problemas en mis escasos días de asueto.

Frites!, ricas ricas

Frites!, ricas ricas

Otra vez en Den Haag (La Haya)

Esta semana tuve un training en las oficinas centrales de mi empresa en Europa, situadas en La Haya. Pese a ser de miércoles a viernes, fui el martes a primera hora, así que en total he estado cuatro días por allí.

El avión de KLM despegó media hora más tarde de las 6:00 a.m. previstas, bastante temprano, pero con eso me aseguraba a estar allí a las 10:00 como muy tarde. El retraso fue debido a un pasajero algo conflictivo, al cual finalmente no le dejaron volar, pero como sus maletas ya estaban en la bodega, hubo que buscarlas para evitar enviarlas a Schiphol. Al no ser Iberia ni low-cost, sí dan comida, lo que se agradece, pues había salido de casa con tan sólo un colacao y me había pateado todas las terminales para buscar un cajero automático, el cual resultó ser único y de un banco distinto al mío.

Llegado al aeropuerto ya me estaban llamando del curro mientras trataba de sacar un billete para la estación central de La Haya. Como todo está en nerlandés, se hace algo complicado entender los carteles. Ya en el tren, con más tranquilidad, fui disfrutando del viaje ya que las otras veces que lo había hecho, era de noche. Además, como el día era muy bueno, fui andando desde la estación a la oficina. La última vez vi todas las bicicletas en el parking de la estación, pero esta vez me pude fijar con más detalle: no están atadas a nada, simplemente con la rueda trasera bloqueada. Además, les dejan todos los accesorios puestos (alforjas, sillines…). Esto en España es impensable de la cantidad de miserables que, aunque no les valga, son capaces de robar hasta los tornillos.

A lo largo del martes, fueron llegando los compañeros, con quienes finalmente quedamos en el restaurante del Museon, para tomar ya la pimera copita. De allí, ya fuimos a la playa, a un garito muy chulo, con camas en la arena, estilo club de alto standing. Como entrante, nos pusieron como un pan recién hecho, parecido a un torta, con una crema de marisco y aceite y sal para mojarlo. Una vez tuvimos mesa libre, ya nos sentamos para cenar, donde cayó un hamburguesa muy interesante. De allí, nos fuimos al Crazy Pianos, uno de los bares más conocidos del paseo marítimo, con música en directo y dos pianistas. La piña colada no estaba nada mal. Lo único raro del sitio es que cobraban por ir al baño, pero es algo que no estaba especificado, así que, una vez hice uso del baño, al salir me pretendían cobrar, pero al no llevar los 50 céntimos que requería (ya sabéis que no me gusta el “cobre”), me dejaron salir.

Al día siguiente, tras el training, fuimos a cenar a un tailandés, el cual tenía un menú de cuatro platos muy interesante, aunque la sopa picaba bastante. Tras la cena, nos fuimos a una especie de puerto, aunque en realidad se trata de la terminación de un canal donde había barcos relativamente grandes. Allí nos tomamos un cafetito y comenzaron las rondas de Jameson… Lo bueno es que había WiFi gratis, así que pude hablar con Alicia, quien incluso habló con un compañero. Por cierto, para pagar las rondas, recurrimos a la tradición: jugar a los chinos, o como ellos los llaman, al “spoofing”.

El jueves fue la traca final: cenamos en una marisquería: de primero crema de langosta y de segundo un solomillo para ponerse a llorar: era como cortar mantequilla con un cuchillo caliente. De postre, poco sitio me quedaba, así que un cafetito irlandés (con Jameson, por supuesto). Siguiendo la tradición, otra vez el spoofing… quedé “finalista”, pero me libré en el último momento. Al jefe del compañero que le tocó pagar, le enviamos todos a la vez un SMS dándole las gracias por la excelente cena. Al salir de allí, nos fuimos a la playa, pero esta vez muy alejada de la cuidad, a un chiringuito con muy buena música ambient, con pequeñas antorchas de queroseno y unos buenos sofás para sentarse. Como de costumbre, los Jameson empezaron a correr como el agua. En la última ronda, ya exigí un red-bull, que aunque tiene mucha cafeína, también tiene vitamina B-12 que ayuda a “quitarse de encima el alcohol”. Una vez en el hotel, yo me quedé, pero otros compañeros, por aquello de ser la última noche, decidieron seguir de fiesta.

Al día siguiente, despertarse fue duro, pues además tenía que preparar la maleta para salir directamente de la oficina al aeropuerto. Hubo un compañero que se durmió, aunque pensábamos que el segundo mojito le había causado la muerte. Al llamar a su habitación desde recepción nos confirmó que seguía vivo, pero tuvo un parpadeo un poco largo entre que le sonó su despertador y recibió nuestra llamada preguntando por él.

De la oficina salimos cinco hacia el aeropuerto en taxi, pues aunque es caro a rabiar, al ser cinco, no sale mucho más caro que en tren. Una vez allí, traté de cambiar mi vuelo, pues llegamos a las 17:00 y mi vuelo salía  las 20:55… Al final, debido a una conference con un cliente a última hora, no cambién el vuelo, lo que me dio tiempo a ver con calma el aeropuerto y jugar al “Día del Tentáculo” en el scummvm del móvil. Con tanta espera, evidentemente fui el primero en entrar al avión tras la gente preferente/business y las familias con niños pequeños. Además, venía el avión lleno de niños de varios equipos de fútbol filipinos, con unas pedazo de bolsas con todas sus cosas.

Cuando ya parecía que estábamos a punto de aterrizar, justo antes de tomar tierra, ya encima de la pista, el avión volvió a acelerar y subió de nuevo, haciendo una pasada estilo TopGun por la pista. Dimos la vuelta por encima de Alcalá para volver a enfilar la pista, donde a la segunda llegó la vencida. Había un poco de viento que dificultó el primer aterrizaje.

Una vez en tierra firme, pitando hacia el parking a por el coche y a casa, a vegetar y reposar, que tras tanto movimiento ya venía bien.

Las fotos, como siempre, a continuación:

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