En Galicia de vacaciones

Hacía ya tres años que no íbamos por allí, así que este año ya era “mandatorio”.

Hemos estado cuatro días en Ortigueira, aprovechando las fiestas y dos días en Lourenzá. Los días han sido todos muy buenos… es más, he vuelto quemado, como un cangrejito (lo que hay que sumar el quemado que traje de Atenas). Lo bueno es necesitar dormir con manta, lo que se agradece con el calor que hace en Mordor (o Madrid, como cada cual prefiera llamarlo).

Como novedad, quedamos con unos amigos, que ya estaban por la zona y aprovechamos para juntarnos en Ortigueira y seguir juntos hasta el final de estos días, desconectados del mundo.

En Ortigueira estuvimos en el Hotel La Perla, un sitio un poco antiguo, pero que está muy bien, además de ser el único hotel del pueblo. Los desayunos, con tostadas con pan de pueblo lo mejor. Estuvimos viendo la feria, la gira (estar en la playa) y como no, aprovechar para ver Estaca de Bares, Cabo Ortegal, San Andrés de Teixido, El Barquero, … recorrimos toda la zona haciendo paradas con las correspondientes fotos. Sobre la comida, qué decir, se come más que bien en la zona. Por ejemplo, en Ortigueira, en el Patracas comimos cuatro personas por poco más de 20€, sin privarnos de nada. El palo nos lo dieron en El Barquero, donde debimos entrar en el garito tima turistas de la zona y los platos la verdad es que sólo tenían patatas fritas de bolsa más que raxo o zorza… Pero salvo esa mala experiencia, el resto fue genial. Uno de los días, en Orti, en la playa, en la Cabana do Fox, para terminar, pedimos unos chupitos de Guinda y nos dan ¡vasos de tubo!, al decirle que esperábamos vasitos de chupito nos dicen: “…eso son tonterías…”.

Los últimos dos días, fuimos a Lourenzá. Allí ya habíamos estado hace algún tiempo, en Casa Gloria. Todo seguía tal y como lo recordábamos, con los pastelillos para desayunar. Fue nuestra base de operaciones durante esos dos días, donde vimos la Praia das Catedrais y, por variar un poco, Luarca en Asturias. Esta vez, miramos la tabla de mareas y pudimos ver las catedrales sin problema. La última vez no recuerdo haber visto los famosos arcos de roca y el agua nos empezó a cubrir peligrosamente. Esta vez, lo pudimos ver sin problemas, eso sí, lleno de gente, pero pudimos aparcar con mucha suerte cerca y ver la zona tranquilamente. Al día siguiente, pensábamos en dia de playa, pero al final, buscando en Internet, vimos que Luarca estaba cerca y, según la publicidad, es el “pueblo más bonito de españa”, así que no pudimos evitar ir a verlo.

Como detalle, en Casa Gloria, hay barbacoa, así que les preguntamos si podíamos usarla a la noche. Pues bien, cuando llegamos a la tarde con la carne comprada, bajamos a hacer los preparativos y la que habíamos visto no la había preparado, nos dejaron a punto un cuarto de garaje donde tienen una barbacoa de obra, con ladrillo refractarios, parrillas que sube/baja con rodillo, leña para hacer las brasas… impresionante. Incluso nos señaló sus bebidas y nos dieron permiso para beberlas (pero no todo!). Cuando recogimos y dejamos todo listo, fuimos a buscar a los dueños de la casa para que cerrasen, pero en vez de eso, aprovechó para tomarse una copa con nosotros y explicarnos cómo hace los licores o cómo matar un pavo… la verdad es que fue muy entretenido.

De regreso, al igual que a la ida, paramos en Ponferrada, en un centro comercial a quitarnos el gusanillo de comida basura (McRoñas y similares).

Unas fotillos para el recuerdo:

Cabo Ortegal

Acantilados de Loiba

Praia das Catedrais

Desde Abejar (II)

Hoy, como es sábado, y suele estar todo petado, hemos ido a Soria… puestos a ver gente, vayamos donde siempre la hay.

El el hotel, nos han dado una indicaciones de qué ver, así como un pequeño mapa, por lo que todo lo que habíamos preparado de la wikipedia (un montón de papeles que Alicia había estado imprimiendo) y otras webs de turimos no nos hizo mucha falta.

Empezamos la visita a Soria por el monasterio de San Juan de Duero, donde se puede ver los arcos de un claustro ya en ruinas, perteneciente a la orden de los Hospitalarios.

Luego fuimos a la ermita de San Saturio, construída en plena roca a las orillas del Duero. Es como una cueva, con sus habitaciones, escaleras para ir a otra planta…

De vuelta al centro, intentamos ir al Parador, pero entre la señalización y que el TomTom no lo tengo actualizado, la cosa se nos hizo imposible. Hubo incluso un momento, en la Soria profunda a donde nos llevó el invento del infierno, que pensé que el coche volcaba al girar en un calle con gran pendiente.

Al fina, dejamos el coche en un parking, mucho mejor que en cualquier sitio por ahí, así que, ya andando empezamos a recorrer el casco histórico.

Comenzamos por la Iglesia de San Juan de Rabanera, pero estaba cerrada, aunque a última hora, antes de irnos de Soria, la vimos abierta, con un guía de los más peculiar, pues se enfadó por no estar atendiéndole… y que luego nos cobre.

Continuamos con la Alameda de Cervantes, un parque como cualquier otro, aunque con ermita incorporada. Frente a éste tenemos el Museo Numantino, al que pudimos entrar gratis por ser sábado.

Para comer, como estamos en modo “costra”, buscamos un chino, pero al preguntar a una señora mayor dónde podría haber uno, no dejaba de hablar, y como encima le caía de paso… menos mal que con la excusa de un semáforo en verde, nos pudimos deshacer de ella.

Continuamos con la Iglesia de Santo Domingo, donde vimos unas monjas en el altar rezando… no sé si estaban dormidas o eran maniquíes, porque no se movían nada de nada.

Tras ver algún que otro monumento y la Plaza Mayor, decidimos irnos, no sin antes explorar un poco, siguiendo cualquier señal de sitio de interés turístico.

Así, pansando Abejar, nos dirigimos a Molinos del Duero, buscando la Playa de Pita, en el Pantano de la Cuerda del Corzo. La orilla es de arena fina y el agua cristalina, aunque muuuuy fría.

Tras pasar por Molinos y ver unos lugareños cortando leña para el invierno, nos volvimos al Hotel para terminar el día.

Ahora toca un poco de jacuzzi, que ya nos han explicado cómo darle a las burbujillas.