Por fin vacaciones (IV)

Hoy hemos ido a Sargadelos, a ver el hogar de la famosa cerámica. La fábrica, junto con su galería, en Cervo, es interesante de ver: Desde las típicas piezas en blanco y azul, hasta piezas hechas por estudiantes, de lo más variadas. El único problema es el precio, pues sinceramente creo que se suben a la parra un rato.

Comprados los recuerdos de rigor, tratamos de ver Ribeiras do Sor; y digo tratamos pues creo que no conseguimos llegar, pero sí estuvimos en un antiguo puente, sobre la playa de El Barquero. Tras muchas vueltas por carreteras de las que sólo cabe un coche y cruzando los dedos para no encontrar uno de frente, llegamos a la general, por donde fuimos a Ortigueira a comer a un bar cercano a la playa.

Durante la comida, Alicia comentó que Santiago de Compostela está a sólo una hora y media de allí, así que, ni cortos ni perezosos fuimos para allá.

Una vez allí, vimos la catedral por dentro, infectada de gente que, sinceramente, en formas dejan mucho que desear: si no saben comportarse ni controlar a los críos, que no vayan a determinados sitios, pues sólo incordian.

Finalizada la visita a la catedral por dentro y comprados los imanes de la nevera de rigor (aunque sin termómetros, un lástima, pues es una manía que tengo), decidimos volver, pues todo estaba lleno de gente, o mejor dicho zombies que se mueven de forma aleatoriamente errática.

Al pasar por Mondoñedo, Alicia aprovechó para comprar una herramienta para el Fimo que se quedó con ganas el otro día y en Madrid es bastante más cara. También compramos un par de generosas raciones de empanada en “O Rei das Tartas” muy ricas, con masa de pan y nada grasientas.

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