Cerrando el trimestre y premio de Norauto

Tras tres semanas de abandono del blog, del facebook y de todo, vuelvo por aquí de nuevo. La verdad es que con el cierre del trimestre el último mes se vuelve una pesadilla, sin tiempo para nada.

En la semana del 8 al 12, tuvimos training en Madrid, así que de un lado para otro para prepararlo todo. Además, en esa semana tuve un montón de reuniones por lo que con tanto viaje, al final tienes que recuperar el tiempo como sea, ya que tengo la mala costumbre no contestar emails ni llamar cuando estoy en el coche conduciendo. El jueves ya fue la retraca: salió un viaje para la zona de levante al día siguiente, lo que implica el viernes levantarte a las 4:00 a.m. para llegar a tu destino a las 9:00. Al menos no fui sólo y se hizo más ameno… eso sí, esta vez como no era yo el que conducía, tuve incluso conference calls desde el coche, con el laptop en el regazo. La guinda de ese viernes fue una cena familiar en mi propia casa a la que llegué a plato puesto, pues entre ida y vuelta se nos hizo un pelín tarde.

Siguiendo con esa semana, el sábado, totalmente destrozado nos tocó hacer un pequeño recado: entretener a un compañero de la empresa de la central de Seattle… Le recogimos (como era en sábado, vino Alicia) en el aeropuerto y le llevamos al hotel. La verdad es que el Palace está muy bien, pero que en la habitación (le dijimos que le esperábamos en el hall, pero insistió en que subiésemos)  no tenga bañera sino ducha me pareció un poco raro.

Una vez con las maletas en la habitación, le estuvimos enseñando Madrid. El museo del Prado (justo enfrente), barrio de las letras, Sol, la Gran Vía, Montera, Callao, Preciados, el Corte Inglés (para comprar una botella de Absolute Rasberry), Plaza Mayor, Ópera, el Palacio Real y la Almudena. La verdad es que nunca había (yo) visto la Almudena, así que aprovechamos que había misa para entrar a verla. En este caso, el compañero es católico, así que sabía de qué iban los últimos minutos de misa que vimos (peace be with you, decía…). También he de reconocer que nos vino muy bien el sentarnos un rato (a este paso recupero la fé). Finalizada la misa nos dimos una vuelta por dentro y me sorprendió ver una estatua de José María Escrivá de Balaguer. También había alguna que otra pintura bastante moderna para mi idea de catedral.

De allí, fuimos a cenar a Juan Bravo 25, un sitio de comida española. Me habían dicho que lo mejor era llevarle al “mesón de la tortilla”, pero tampoco me pareció adecuado llevarlo a una tasca. La verdad es que comimos muy bien:  un entrante de jamón ibérico que le encantó y supo apreciar el sabor, el regusto que deja el jamón bueno en la boca. De principal, nada mejor que un buen plato de rabo de toro, o como yo le decía, la “spanish viagra”. Para acompañar todo esto, un buen vino habría sido mejor, pero quizás una sangría auténtica es más difícil de encontrar en USA.

El domingo fue el momento para terminar de arreglar el HTPC y dejarlo operativo… o eso pensaba pero vendrá más adelante.

La semana del 15, el compañero dió el training de dos días, así que por esta vez estuve de oyente y más relajado, aunque como estaba “disponible”, eso implica estar entrando y saliendo de la sala para atender y realizar llamadas. Para la cena del lunes, nada mejor que un restaurante con los compañeros y alumnos del training (venidos incluso desde Portugal). El sitio elegido fue el Restaurante Di Blu de las Tablas. El martes, como último día del training, estuve con el compañero en el HardRock Café. Parece que es fan de estos sitios, así que tras acompañarle a un tienda de recuerdos españoles (compró un torito y no sé qué chorradas más) fuimos allí a cenar. La verdad es que nunca había estado y es un lugar excelente. Quizás la mejor hamburguesa que he comido. La verdad, es que con la excusa del compañero, me he pasado casi toda la semana comiendo fuera de casa. No pensé que me pudiera cansar, pero eché de menos comer tranquilo en casa una comida ligera.

Y hablando de más comidas fuera de casa, el 19 fue fue el día del padre, donde la idea era ir algún lado, pero al final, tras una peregrinación de restaurante en resurante, acabamos en casa pidiendo al chino. Al día siguiente, como la casa la teníamos un poco olvidada, nos pusimos en plan “spring cleaning” y le dimos un buen repaso que buena falta hacía. También se me ocurrió actualizar la distro del server, lo que me ha ocasionado no pocos problemas, reconfigurar varios servicios… y encima, como suele ocurrir, los backups cuando te hacen falta sirven de poco. En cualquier caso, pude solucionar todo en unas pocas horas.

Ya en esta semana, ha sido más labor de oficina pero bastante intensa, pues las cosas “técnicas” que tengo que hacer se convierten en secundarias por el cierre de trimestre, así que al final me toca a última hora y con todo el agobio de no ser capaz de terminar a tiempo. Ahora estoy evaluando la próxima versión del software que vamos a sacar, lo que es un proceso tedioso y realmente aburrido (ir menú por menú, instalar, desinstalar, actualizar…).

El sábado, casi olvido contarlo, fuimos a Norauto por la mañana a recoger un premio. Con el reventón que tuve, cambié allí las ruedas del coche. Pasados unos días, me llamaron diciendo que me había tocado la promo, consistente en devolverme el importe de las ruedas (pero no la mano de obra, etc…). Además, nos lo han dado en un cheque y no en vale para la tienda, por lo que tratamoss cobrarlo ese mismo día, pero los bancos ya no son lo que eran y no abren en sábado. Aprovechando que ya estábamos fuera, Alicia fue a hacerse una fotos para el pasaporte en Carrefour, así que mientras esperábamos, entramos y compré un mando a distancia para el PC que funciona perfectamente, así que ya puedo usar el Media Centre con un mando “normal” y no con el teclado… es mucho más cómodo para hacer zapping.

Por cierto, como Alicia no pudo ir al Hard Rock, fuimos ayer los dos. Aparqué en el parking de Colón (no sin una buena pirula involuntaria para entrar, metiéndome por dirección prohibida). Nos dijeron que hasta pasada una hora no había mesa (¡y sólo eran las 20:15!). Nos dimos una vuelta por la zona y volvimos para que nos dieran el localizador y aprovechamos para tomar algo en el bar: un cocktail llamado “Hurricane” con copa incluida. Para comer, nada mejor que los nachos (aunque el queso no es lo mío) y una buena Hickory BBQ Burger.

Por cierto, la imagen graciosa de hoy: ¿quién quiere una Play Station teniendo esto?

Pay Station

Pay (que no Play) Station

Desde Seattle (III)

El viernes fue el último día en Seattle, así que el día anterior, fuimos a “celebrarlo”, o visto de forma profesional, hacer “team-building”.

Otra vez más, más whisky shots, eso sí, no cualquier cosa, sino Jameson.

El viernes, de camino al aeropuerto, fuimos a Costco, una especie de Makro, pero con electrónica, y a Fry’s, un megastore de ordenadores. Aproveché para comprar un disco duro externo y un maletín-trolley para el portátil muy majo y tirado de precio.

Para comer, fuimos a un Jack in the Box, una cadena de hamburguesas, para probar la auténtica comida basura (pues las otras que he comido eran en sitios “buenos”). Para beber, no sabía si una “root beer” o un Dr. Peeper, decidiéndome por el último, el cual tiene un sabor a piruleta muy extraño.

El vuelo salía a las 18:40, así que antes, para no levantar sospechas, tiramos todos los embalajes de los productos y pasar por aduanas como usados. Una tontería, pues mi vuelo a Londres, no pasé por ninguna (era una conexión entre vuelos) y al llegar a Madrid, por ser vuelo Europeo tampoco.

Como en el vuelo de ida, lo primero que hice fue cambiar la hora del reloj y tratar de hacer lo mismo que haría en ese momento. De las 18:40, pasamos a las 3:40 de la mañana, así que tocaba dormir, lo que se hizo complicado, pues pasan para darte la cena y tenía otra razón importante para tratar de no dormir: Como el vuelo pasa por la bahía de Hudson y Groelandia, así que sabía que podría ver la aurora boreal. Fue alucinante, me desperté tras varias horas de vuelo, abrí la ventana y ahí estaba, ese resplandor fantasmagórico, en mi caso verdoso, con un suave moviemiento. Realmente increíble.

El vuelo llegó a las 12:15 a Heathrow, a la terminal 5, asi que tocó coger un autobús interno del aeropuerto hasta la terminal 3. Si la aurora boreal fue increíble, ver a Stephen Hawking pasando por la terminal casi más. Me habría acercado por un autógrafo, pero, no creo que fuese oportuno.

Ya de vuelta, tras más de 15 horas de viaje, cada segundo de más, al esperar la maleta, al metro, al tren se me hacía insoportable, además, tenía la cabeza como un bombo y un ataque de alergia (ojos colorados, aunque el izquierdo como un tomate por el champú).

En cualquier caso, ya estoy en casa, una aventura muy interesante, ha conocido al resto de mis compañeros y al CEO, he estado en la sede de mi empresa y un poco de turismo (nocturo) por Seattle. Es llegar y ya estoy deseando volver.

Desde Seattle

Sí señores, estoy en Seattle. Ahora son las 21:00, así que, sumad 8 horas y tendréis la hora de España.
Estoy un poco cansado así que seré breve:
Salí a las 9:45 de la T4 con Iberia hacia Heathrow. Una vez allí, transbordo hacia mi destino actual, llegando a las 18:00 hora local (de Seattle).
En la T4, se me acopla un señor mayor, un cubano que vive en Miami, pero me acaba comentando que tiene una hija en Seattle. Por otro lado, en el avión hacia Londres, va un grupo de Badajoz de fin de curso. Era la primera vez que volaban y se asombraban bastante: “… ¿este ruido es norma?…”, “… nunca he visto la nieve…”, “… el aeropuerto es como todo Badajoz de grande…”.
Al llegar a la T2 de Heathrow, toca hacer transbordo, a la T5 buscando la Flight Connection. Es necesario tomar un autobús de la T3 a la T5 y luego, en esta última, para ir a las puertas B, hay que coger una especie de metro (como el que une la T4 con la T4-S).
El avión para Seattle, un 747 con 400 plazas es impresionante. Se nota que los pasillos son amplios, pues se llena en un momento. Por diversos motivos, salimos con una hora de retraso, lo que me dio tiempo a ver un capítulo de “Benidorm” (una serie de ingleses en dicha ciudad) en la pantalla que tengo en el cabecero de delante. El dispositivo es una especie de pantalla táctil que da vídeo bajo demanda. Hay películas, series, dibujos, información y hasta una especie de TomTom que te dice por dónde va el avión.
Nada más salir está todo cubierto, así que, mirar por la ventana no es útil. Me pongo “Burn after reading” que me recomendó Alicia. Tras la pausa de la comida (una lasagna, ensalada, bebida y postre) estamos por Groelandia, ¡es lo que tiene vivir en una pelota!, según por dónde sea el arco te ahorras kilómetros (o millas). Impresionante, todo nevado, como en los documentales, con las zonas donde el mar está cubierto y hay placas flotando.
Sigo con “Casino Royale” y “La Guerra de los Mundos”. No quiero dormir siesta aunque me apetezca, pues ya he cambiado la hora del reloj y en Seattle están apenas comiendo.
Más tarde nos dan una merienda, así que aprovecho para seguir con “Little Britain” y un capítulo de “Familiy Guy”… qué aburrimiento de tanta tele. También, entre tanto, rellenas la carta verde y el formulario de aduanas.
Al llegar a Seattle, hay que pasar el control. Como llevo el pasaporte en un portapasaportes samsonite que te lo deja llevar abierto, parece que se ha quedado un poco holgado, así que el policía pensaba que lo había falsificado o cambiado la página de identificación… de traca. Al final, le expliqué de qué va el asunto y aquí estoy, a punto de dormir tras meterme una hamburguer típica de aquí, en el Pyramid, justo enfrente al hotel que está pegando al estadio del equipo local de baseball.
Ya he contestado los mails de rigor, así que al sobre, que mañana suena pronto el gallo.. y sólo son las 21:20… ¡ni cuando tenía 5 años me acuesto a esta hora!