Viaje a Barcelona (II)

Antes de ir a nuestro “destino” (el motivo del viaje), pasamos por el hotel, para dejar los bártulos.

Era un Novotel, de 4 estrellas, con la recepción y comedor muy elegante, pero la habitación… he estado en menos estrellas que me han gustado más. La gracia de todo es que el sitio al que fuimos estaba enfrente al hotel, en un polígono industrial en mitad de la nada… ¡a ver si te vas a divertir!. El ascensor era de traca, sólo funcionó el primer día y las luces, debieron sustituir los halógenos por leds, dando un aspecto gótico fantasmagórico al susodicho.

ascensor raro

Como comprenderéis, no puedo contar lo que hicimos en el “destino”, por lo que pensad en uno de esos fundidos a negro de las pelis. Sólo comentaré que para la comida, nos acogieron entre ellos, llevándonos a “El Galliner”, un restaurante donde se comía muy bien. Había tostadas de pan y tomates, que podías restregar para hacerte un genuino pantomaca. El cachondeo estuvo servido con los ataques a un chaval que había ido a veranear a Mykonos, donde parecen abundar las fiestas gays.

Finalizada la jornada laboral de ese día, sobre las 21:00, debido a la gran constelación del hotel, el menú era algo caro y como nunca habíamos estado en BCN, era de rigor dar un rulete por La Rambla, El Rabal, visitar el Bagdad… lo típico.

En el ferrocata (así llaman a los cercanías), nos dejaban en la estación de Plaza de Cataluña, justo en el comienzo de La Rambla. En esta avenida, se ve de todo, desde los más sorprendentes mimos, gente mutilada pidiendo, trileros, carteristas (íbamos con las manos en los bolsillos)… pero no vi a ningún cebolleta, que tan de moda están.

La Rambla

Para ser un jueves a las 22:00 estaba hasta arriba. Llegamos hasta la plaza donde está Cristóbal Colón, no sin antes pasar por la Plaza Real ni por callejuelas que, de ir solo, preferiría evitar.

Plaza Real

Para la cena, paramos en el Travel Bar. Todo lleno de guiris, hasta la camarera (guiri por cierto), se dirigía a nosotros en inglés. Estábamos en la terraza y otro guiri (este francés) con pintas de “perro-flauta” se ponía a jugar con unas pelotas ardiendo. Luego trató de pasar la gorra, pero al llegar a nosotros, nos dijo que cómo sólo llevábamos 10 minutos, no hacía falta. Al rato, sale la camarera afirmando que tiene que cerrar la terraza y no nos puede atender… ¿Acaso era por ser españoles y no guiris?.

Travel Bar

Acabamos cenando en una especie de kebab, un pita-inn. Menudo sitio… había una pareja yonki que daba mala cosa verlos, pero no eran peligrosos (salvo que te disparen sangre). Era una especie de auto-servicio. El ¿pakistaní? te servía la carne un pan de pita, pero la ensalada y las salsas te la servías tú. La salsa blanca típica de kebab (que por algún extraño motivo no cogí, limitándome a la de “tomate”) sabía a rallos… el caso es que no me dio diarrea, lo cual es de agradecer, sobre todo no estando en casa para poder hacer de vientre de forma tranquila.

Pita inn

Finalmente, como a las 0:00 terminan los ferrocatas, tuvimos que partir de vuelta al hotel, sin que la fiesta terminase.

ferrocatas

Una vez llegado al hotel, en el pasillo había una bandeja de comida de otra habitación. Imagino se podrá llamar a recepción para pedir comida. Por cierto, la bandeja permanecería hasta el día siguiente… a las 9:00 todavía no la habían retirado.

Bandeja de comida

La cama era grande, pero sin almohadas, sólo cojines. Lo mejor era la TV, pues al encenderla, había un menú para elegir Internet (por el módico precio de 9€/h), Películas de Estreno (por sólo 16 €), Cine X y, como no, la TV normal.

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