Vacaciones de verano 2010 (VI)

Los siguientes tres días (lunes, martes, miércoles) fueron de curso para mi y de compras para Alicia, quien por las tardes se incorporaba al grupo para ir a cenar y pudo conocer en persona a todos mis compañeros.

En mi caso, los trainings comenzaban a las 9:00 y terminábamos sobre las 17:30. De la oficina, donde Alicia se acercaba a última hora tras sus mañanas locas de compras sin control, salíamos a cenar y, como no, a tomar unas copillas.

El mismo lunes, fuimos al Crazy Pianos, repitiendo la cena del día anterior. Por si no lo he comentado, en el Crazy Pianos hay dos pianistas a los que se les pueden hacer peticiones… pues bien, con el rollo de que éramos españoles y ayer la Selección ganó el mundial de fútbol, Alicia se atrevió a pedir “We are the champions” y, ya en plan suicida, “Que viva España” de Manolo Escobar. Todo el mundo nos miraba con muy malos ojos y el pianista se disculpó ante la audiencia, pero su profesionalidad le obligaba a tocar aquello. Por cierto, ese lunes se incorporó al grupo el “trainer” que vino de Canadá y cometió un gran error: decirnos cuál era su habitación, así que pagó la broma del rookie: le pasamos los copazos que nos tomamos en el hotel al llegar de la cena. Uno de nosotros dice que se llama como él y da el nº de su habitación, firmando incluso la factura. Lo mejor es que hasta el gran jefe para Europa le parece bien.

Al día siguiente, casi me toca pagar la comida al jugar a los chinos, o el spoofing como le dicen… en cualquier caso, llevaba varios días escaqueándome de pagar y la racha de suerte no podría continuar indefinidamente: esa cena, a votación popular, me tocaba a mi pagarla. Una vez que Alicia se unió al grupo fuimos hasta el restaurante tailandés ToekToek. Como comenté, la suerte se terminó y me jugó una mala pasada: sólo aceptan tarjetas Maestro, así que imaginad: tras pasar mi colección, y ver que ninguna funcionaba, con el cajero más cercano a varios minutos en coche… me libré de pagar no sin sentirme como un caradura profesional.

Al día siguiente, sí que pagué la comida, pero como en Holanda lo típico son sandwiches, Kroketten (una especie de croquetas largas que parecen “flamenquines” pero rellenos de la típica croqueta), sopas… me salió bastante bien, aunque otra vez bochorno: no llevaba suficiente efectivo, así que me dejaron dinero y luego lo pillé en un cajero para devolverlo. Por cierto, ese día estaba el centro de bote en bote. Al parecer la reina iba a recibir a la selección holandesa de fútbol, toda la gente agolpándose en torno a:

Palacio de la reina

Palacio de la reina (la bandera izada indica su presencia)

Esa misma tarde, nos fuimos en taxi desde la oficina al tren, pues aunque está relativamente cerca, con todos los bártulos y lloviendo no era lo más cómodo. Íbamos un poco apurados de tiempo y, menos mal, hubo retraso, lo que nos permitió dar una vuelta por Schiphol y ver las tiendas. Casi salimos de allí con un eBook a muy buen precio, pero lo que sí conseguí fue una funda Samsonite para mi móvil y así sustuir la que trae de neopreno.

Por cierto, hablé antes de las compras compulsivas de Alicia… Se supone que la maleta, a la ida le sobraban 7 kilos de peso. A la vuelta, pese a cambiar la distribución de la ropa y llevar menos, con las cosas que compró excedimos el peso, pero la chica de EasyJet se portó y sólo nos dijo que no volviésemos a hacerlo.

Ese miércoles, por la noche llegamos a casa a descansar de tanto ajetreo y disfrutar el horrendo calor madrileño… aunque por poco tiempo…

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