Vacaciones de verano 2010 (XV a XX y fin)

Las vacaciones terminaron parcialmente en el post XIV, es decir, el día 24 (sábado),  aunque al trabajo volví el martes, para no tener por delante una semana de 5 largos días.

Pasadas tres semanas del comienzo del trabajo, como voy gastando los días a cuentagotas, había que hacer algo para gastar los días de vacaciones que me quedan, así que, cogí otra semana más, aprovechando que agosto suele ser más tranquilo. El día 19 salimos hacia Galicia, pues en estas fechas hay que huir a toda costa del calor infernal de Madrid.

Alquilamos una habitación en un hotel muy cerca de Coruña, en Portazgo. Aunque está en las afueras, tienes un autobús que te deja casi en el centro y con el coche también te puedes mover sin problema, eso sí, reserva plaza de parking, pues la zona es muy mala para aparcar. Justo al lado, además, tienes un Alcampo, por lo que puedes ir andando y comprar comida para cuando no tienes más ganas de salir a buscarte la vida.

Al día siguiente, quedamos con mi compañero de UK, cuyos suegros son gallegos emigrados a Reino Unido y, como tienen casa en Mera, aprovechan para ir de vacaciones. También aprovechamos para recoger el ebook que se suponía compraría en USA… no sé si lo he contado: se suponía que en agosto iría a Seattle, a la sede corporativa, para unas reuniones. Compré el vuelo y, en Sony Style USA, un ebook táctil. Dos días más tardes, me cancelaron todo (y todavía, sigo esperando que KLM me devuelva el dinero!!!). Afortunadamente, Martin fue por allí y aprovechamos que estaríamos “cerca” para vernos y recoger el nuevo gadget.

Al día siguiente, ruta turística por A Costa da Morte: Malpica, Camariñas y Muxia, sin llegar a Fisterra. Comimos en Vimianzo, pero por más que busco en Maps, no logro localizar el sitio. Sé que estaba en un carretera larga, pasando el pueblo, en una casa aislada, donde comimos espectacularmente: pimientos de padrón, caldo gallego (que aunque fue una ración, nos dieron un  perolo para los dos) y chuletón gallego.

La ermita de Muxia era curioso, al lado del mar, seguro que cuando hay tormenta salpican las olas. Aprovechamos para comprar un pulpo Paul de imán para la nevera y ver cómo hacen encaje de bolillos, que son típicos de la zona.

Al día siguiente, fuimos a Coruña, donde con el tranvía nos hicimos todo el paseo marítimo y luego, a pie, la vuelta. Vimos el Domus (donde había una zona dedicada al nacimiento que parecía hace cierta apología anti-aborto, con un “bebé aído” que tan popular se han vuelto y también, en un museo de ciencia, una biblia…). Lo mejor de todo fue una máquina que, con las ondas cerebrales, movías una pelotita sobre una mesa. Pues bien, era una especie de juego, donde un jugador intenta llegar la pelota al campo del otro. Competí contra Alicia, pero ella no tuvo nada de suerte, gané por goleada. ¿Mi secreto?, nada de concentrarme, dejar la menten en blanco, tratar de alcanzar el nirvana… no hacía más que canturrear mentalmente “la granja de pepito, ia ia oooo”. La pelotita iba tan rápido que casi sale despedida y todo.

Al siguiente día, domingo 22, cómo no, Ortigueira, donde Alicia pudo ver a su primo y encontrarse con gente que hacía mucho no veía. Además, aprovechó para suscribirse al periódico local, que lo envían a casa todas las semanas, apareciendo en él, indicando que había estado por allí.

El lunes, ya tocó retirada, para volver con calma, aprovechar, durante un par de días, para ordenar la casa (pasando por Ikea antes) y comenzar a trabajar el jueves 26, volviendo a la rutina, en este caso, ya enfilando el cierre del trimestre.

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