Por fin vacaciones (XI)

Hoy hemos ido a Barcelona, donde el primer destino ha tratado ser el Parque Güell, por aquello de ver las “lagartijas” raras que tiene, pero ha sido imposible, por más vueltas que hemos dado no hemos podido aparcar por la zona, pues el parking que hay lo tenía cerrado la Guardia Urbana, pero he podido comprar un imán con forma para mi.

Con el cabreo inicial, fuimos a la Plaza de Cataluña, donde aparcamos en el parking del centro comercial Triangle. Tras un paseo por la zona, fuimos a comer a La Tramoia. Ya lo conocía, pues había ido en una cena con el trabajo, pero esta vez tocó con Alicia. Como siempre, muy bien, excelente.

De allí fuimos a la Universidad, muy cerca de allí, andando, cogimos el metro y nos plantamos en la Sagrada Familia. Ya la había visto hace algún tiempo, pero esta vez, de vacaciones, la pude ver con más calma. La verdad es que se nota bastante el color de la piedra de las zonas nuevas y las antiguas. Íbamos a entrar pero la cola que había y el precio abusivo (para ver una obra, a día de hoy) nos hicieron desistir.

Andado llegamos a Glories, para ver la torre Agbar, que siempre es curioso y ver esa zona de la Diagonal, donde se puede ver gente con extraños monopatines.

Otra vez en metro llegamos al punto origen del día, pero con rumbo hacia las ramblas. Como ambos ya habíamos estado y el sitio está hasta arriba de gente, tras ver el mercado de la Boquería, fuimos al barrio gótico, pues eso sí que no lo conocía Alicia. Yo estuve por la zona hace algunos años con Emilio, un compañero del trabajo cuando estuvimos con un proyecto Sant Cugat… Alicia descubrió una zona donde vendían abalorios y rollos de los pendientes que hace, así que, tocó ir de compras por todas las tiendecillas.

Una vez llegamos a Colón, vuelta atrás, con más calma, pero ya con destino al coche, para volver y cenar en la casa rural.

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Otra vez RENFE

Ya estoy hecho todo un experto en poner reclamaciones a RENFE. El deterioro del servicio es continuo para los cercanías (en el AVE me han dicho que se va de lujo).

¿Qué ha pasado hoy?, pues seguimos con una única máquina de tickets para todo Nuevos Ministerios.

Llegué a la estación con 15 minutos de sobra (sabía que justo al llegar salía un tren y cuando vas con prisas peor), así que, con calma, voy a la máquina y sale un error de Windows, de esos divertidos de memoria.

Esta vez, como he sido previsor, no trato de romper la máquina y acordarme de quién fabrica eso y por qué mete Windows, así que me dirijo a la ventanilla.

Ahí comienzan los problemas. Es hora punta de salida del trabajo, la máquina rota y sólo una persona atendiendo. Para colmo, un par de personas mayores se ponen a sacar una especie de tarjeta dorada… Como he dicho, tengo tiempo, el próximo tren no sale hasta dentro de 15 minutos… sigo esperando… y sigo… ya quedan 3 minutos para que salga y sigo en la cola, junto con más de diez personas.

Veo que me va a tocar esperar otros 15 minutos, así que, exploto: ¿No se da cuenta que hay cola y está haciendo a un par de personas ociosas una tarjeta dorada?. ¿Por qué no sale de la ventanilla el pedir un momento a los ancianos y atender a los que perdemos el tren?.

En una tienda, es normal que haya menos empleados, pues así te distraes viendo más cosas, pero en RENFE, no estás por gusto, quieres tu billete y pirarte. No es de recibo esta situación.

Sé que Metro de Madrid tiene detractores, pero ya podría aprender RENFE y poner, aunque sólo fuese la mitad de máquinas expendedoras que el metro.

De vacaciones (I)

Esta semana de vacaciones que hemos tenido ha tocado desconectar del todo. Alicia buscó un hotel en Lisboa que no tuviese WiFi ni nada parecido, además, al estar en tarifa de roaming, la conexión por móvil a Internet sería complicada (o muy cara).

Primero fuimos a Montijo, donde estuvimos un par de días y aprovechamos para ver a la familia, pues hacía tiempo que no íbamos. En el camino de ida, paramos a comer justo a la salida de los túneles del puerto de Miravete:

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Tras este breve paréntesis, pusimos rumbo a Lisboa. El TomTom no dio ningún problema, pasamos por el famoso puente 25 de Abril, muy parecido al de San Francisco. Aquí podemos ver el vídeo:



Llegamos finalmente al hotel Park Atlantic, de la cadena Tiara, pero cuando reservamos era de Le Meridien (cadena de los Sheraton). Paramos el coche en la puerta, pero como no es de gama alta, el aparcacoches sólo nos dijo por dónde ir para meterlo en el parking. Tras dejar el coche aparcado, subimos al hotel con las maletas, cuando un botones nos ve e insiste en ponerlas en un carrito, además de acompañarnos a hacer el check-in. Más tarde, nos subiría las maletas a la habitación, lo que me recordaba a aquellas películas cuando el botones pone la mano y le pegas el chicle que tienes en la boca.Después de dejar las maletas y comprobar que el hotel era una auténtica pasada, con unas vistas increíbles, comienza la visita:

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Podemos ver desde fotos del viaje de ida hacia Lisboa, la habitación del hotel, fotos de Rossio, Plaza de Restauradores, paseo marítimo, Plaza del comercio, Barrio de Pescadores, Catedral de Lisboa y el Parque de Eduardo VII.

Lo primero que hicimos, fue ir a la estación de Metro, a por un plano. Allí había una oficina de atención al cliente, así que, aprovechamos para preguntar. Nos remitieron a Restauradores, donde hay una oficina de información turística de la que salimos llenos de planos y con una nueva misión: conseguir un 7Colinas, un ticket que se recarga por los días que quieras que permite subir a cualquier transporte por 3,5 euros.El boleto es curioso, no es de plástico, sino cartón, con un chip RFiD que abre los tornos con sólo acercarlo. El cartoncillo es bastante endeble y hay puestos en la calle que los plastifican, pero como no hace falta sacarlo del monedero…

El metro de allí sólo tiene cuatro líneas: amarilla, azul, roja y verde. Luego, están los autobuses y los famosos eléctricos, los tranvías, que no han variado desde los años 40. Con tanta alternativa, no hizo falta usar ni un sólo día el coche, que descansó a lo largo de los cuatro días que estuvimos por allí.