De vacaciones (II)

Nuestro segundo día de vacaciones empezó con muy buen pie. La tarifa aplicada en el hotel nos incluía Desayuno Americano, que para aquellos que les pase como a nosotros, que no sabíamos a qué se refería exactamente el término americano, os lo contamos: se trata de un desayuno de tipo buffet continental, con bollería, embutidos, zumos, fruta y cafés, además de comida caliente, como creps, tortitas, salchichas, huevos revueltos, bacón, patatas fritas…

Tras inflarnos a comer cosas de todo tipo (al menos 4 platos, siguiendo la gama de dulce a salado), salimos de nuevo rumbo a la aventura. Nuestro plan incluía la visita al Castillo San Jorge, desde el que se divisa una panorámica de toda la ciudad. La subida fue sin problemas, ya que el “eléctrico” no iba saturado de gente, el problema vino al comprobar que la entrada al castillo era de pago… que para ver la ciudad desde lo alto, como lo podemos hacer en otros tantos puntos, no merece la pena. Aprovechamos para visitar la zona alrededor del castillo para terminar en el mirador de Santa Lucía.

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Tras la vista al castillo nos pusimos rumbo a la antigua Expo-98. Para ello, basta con pillar la línea vermelha (roja) de metro y bajar en la última parada (Oriente). A la salida, tenemos el centro comercial Vasco de Gama.

Alicia aprovechó en el H&M para comprarse una chaqueta, pues el chubasquero que llevó era lo más parecido a una sauna unipersonal, sin transpiración ninguna).

Tras salir del centro comercial, fuimos a la cabecera del teleférico para dar un paseillo y ver toda la zona desde lo alto, además, de llevarnos justo al lado del Oceanario, pues nos equivocamos y pateamos el recinto en sentido contrario. Como sólo está sostenido por un brazo, era divertido balancearlo, aunque Alicia no piensa lo mismo.

Ya en tierra firme, aquello parecía un colegio en la hora del recreo… todo lleno de excursiones con críos chicos.

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A la salida, sobre las 17:00 (hora local), aprovechamos para comer, nada más portugués que un KFC en el C.C. Vasco de Gama. Justo al lado, en la zona de restaurantes del centro comercial,vimos algo más que peculiar: Burger King asegura en los anuncios que la Alioli Supreme y Brava SÓLO están disponibles en España, además de presentarlo de forma jocosa con los portugueses y franceses. Pues bien, esto es FALSO, también se venden allí. Pudimos sacar una foto (pues está prohibido) tras comentar al encargado esta situación y que nos hacía mucha gracia… no sé si entendió lo que le comentamos de los portugueses tratando de saltar la frontera para comerla.

Por cierto, en el post anterior lo olvidamos comentar, cenamos en un chinese (chino en portugués). Pues bien, NUNCA OS ECHÉIS SALSA AGRIDULCE, o al menos probarla antes: pedimos una ensalada china y como estaba un poco simple al faltar el aderezo blanco que usan aquí, Alicia le echó la mencionada salsa. Resultó que aquello era el infierno líquido, picaba como varios demonios. Sin exagerar, sólo el roce con los labios picaba, además de dejarlos rojos a ronchas (como Carmen de Mairena). Afortunadamente, no pasó lo “mismo” al día siguiente por el lado opuesto…

De vacaciones (I)

Esta semana de vacaciones que hemos tenido ha tocado desconectar del todo. Alicia buscó un hotel en Lisboa que no tuviese WiFi ni nada parecido, además, al estar en tarifa de roaming, la conexión por móvil a Internet sería complicada (o muy cara).

Primero fuimos a Montijo, donde estuvimos un par de días y aprovechamos para ver a la familia, pues hacía tiempo que no íbamos. En el camino de ida, paramos a comer justo a la salida de los túneles del puerto de Miravete:

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Tras este breve paréntesis, pusimos rumbo a Lisboa. El TomTom no dio ningún problema, pasamos por el famoso puente 25 de Abril, muy parecido al de San Francisco. Aquí podemos ver el vídeo:



Llegamos finalmente al hotel Park Atlantic, de la cadena Tiara, pero cuando reservamos era de Le Meridien (cadena de los Sheraton). Paramos el coche en la puerta, pero como no es de gama alta, el aparcacoches sólo nos dijo por dónde ir para meterlo en el parking. Tras dejar el coche aparcado, subimos al hotel con las maletas, cuando un botones nos ve e insiste en ponerlas en un carrito, además de acompañarnos a hacer el check-in. Más tarde, nos subiría las maletas a la habitación, lo que me recordaba a aquellas películas cuando el botones pone la mano y le pegas el chicle que tienes en la boca.Después de dejar las maletas y comprobar que el hotel era una auténtica pasada, con unas vistas increíbles, comienza la visita:

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Podemos ver desde fotos del viaje de ida hacia Lisboa, la habitación del hotel, fotos de Rossio, Plaza de Restauradores, paseo marítimo, Plaza del comercio, Barrio de Pescadores, Catedral de Lisboa y el Parque de Eduardo VII.

Lo primero que hicimos, fue ir a la estación de Metro, a por un plano. Allí había una oficina de atención al cliente, así que, aprovechamos para preguntar. Nos remitieron a Restauradores, donde hay una oficina de información turística de la que salimos llenos de planos y con una nueva misión: conseguir un 7Colinas, un ticket que se recarga por los días que quieras que permite subir a cualquier transporte por 3,5 euros.El boleto es curioso, no es de plástico, sino cartón, con un chip RFiD que abre los tornos con sólo acercarlo. El cartoncillo es bastante endeble y hay puestos en la calle que los plastifican, pero como no hace falta sacarlo del monedero…

El metro de allí sólo tiene cuatro líneas: amarilla, azul, roja y verde. Luego, están los autobuses y los famosos eléctricos, los tranvías, que no han variado desde los años 40. Con tanta alternativa, no hizo falta usar ni un sólo día el coche, que descansó a lo largo de los cuatro días que estuvimos por allí.