En casa otra vez… por poco tiempo

Ayer llegué a casa sobre las 22:30… mucho avión y tal pero, puerta puerta, son cerca de 4 horas. Teniendo que cuenta que tuvimos que levantarnos a las 5:30 AM para asegurar nuestra llegada puntual, estaba un poquito cansado. Además, tan sólo habíamos comido un bocata en el Pans&Company, ya que el desayuno en el hotel no comenzaba hasta las 7 (hicimos el check-out a las 6:15).

Poco hay que contar, tan sólo que la función ha sido tan buena que tenemos que repetirla este sábado 😉 Al ser la vuelta por la noche, pudimos ver las ciudades y pueblos iluminados. Nunca había volado de noche, lo que me resultó muy interesante. Lástima que me diera cosa encender el móvil (aún en el modo avión, que mantiene apagado el transmisor) para hacer unas fotillos y las veáis.

El vuelo salió y llegó con mucho retraso, provocando que para matar el tiempo, jugase con los botones de las luces… Vino la azafata al pulsar el botón de llamada para ver qué quería, confesando que “… estaba jugando…”. Con el dinero que cuesta el puente aéreo, me tenía que pasar todo el vuelo llamándola. Al pasar con el carrito me habría gustado preguntar si, como compensación al retraso, me daba algo, pero el cansancio me hizo desistir.

Todavía sigo con el cansancio acumulado, así que, por hoy, creo que es suficiente.

Desde Barcelona

Hola, esta vez sí que tengo Internet desde el hotel. Éste está en Sabadell, o lo que es lo mismo, muy lejos, tanto, que el taxista no sabía llegar ni venía en el TomTom. Afortunadamente, hice el trayecto con el Google Maps, apareciendo todas las calles por las que pasamos, así que, probando con la anterior, y la anterior… así hasta que el TomTom resolvió la antepenúltima calle antes del hotel.

La carrera desde el  aeropuerto fue de traca, tanto en el precio, como en el tiempo y lo que os voy a contar: en mitad de la carretera, saliendo de la autovía, el taxista sale de la carretera a un camino y se echa una meada, pero no creáis que se alejó, ¡al lado!. Como deferencia, nos descontó un euro, que en 59, tampoco fue para tirar cohetes.

El hotel parece chulo, la habitación es moderna y tiene cocina, pero tiene un olor extraño (como a desagüe). Siguiendo lo habitual en los hoteles, cobran por todo. Internet son 3 €/h, no hay pelis de estreno ni canal X.

Como mañana tenemos que salir muy temprano, no nos da tiempo a desayunar, pues éste comienza una hora más tarde de la hora que salimos (a las 7:30). Tratamos de “canjear” el desayuno por la cena, pero, ¡oh!, no hacen ni comidas ni cenas, así que, lo único que podemos hacer es pedir una pizza al Telepi.

Al tratar de pedir la pitanza, tratamos de colar un 2×1. Todo parecía ir bien, pero cuando le decimos que estamos en el hotel, nos dice que los precios son los de una carta que tenemos en las habitaciones. El caso es que son más caras y no hay 2×1, por lo que cuando nos comentan que están a 10 minutos, pues decidimos ir a recoger.

Esta zona de Sabadell es nueva, por lo que el turismo que hemos hecho es de lo más inútil. Casi nos perdemos, pero, afortunadamente, Google Maps para el móvil nos ha sacado del apuro, ya que el TomTom que tengo no está actualizado y nos dejó tirados.

Ahora al sobre, ¡que en un rato el despertador suena!

Otra vez hacia Barcelona

El otro día no quedó todo terminado, quedando tan sólo el “truco final”, ese en el que parece que la cosa va mal pero luego se soluciona de forma espectacular… El problema es que sólo se puede hacer muy temprano, por lo que asegurar la llegada a la hora para la función en el Puente Aéreo esa misma mañana es incierto. La mejor opción es ir el día antes por la tarde/noche.

Dormiremos allí, pero esta vez el hotel es distinto, y no está al cruzar la calle (está en Sabadell), lo que nos obligará a madrugar un poquito.

Al igual que antes, ya contaré el viaje, aunque imagino que no será tan espectacular (no creo que vuelva a pedir un “bautizo aéreo” a la azafata).

Viaje a Barcelona (y IV)

Una vez terminadas (casi) las labores que nos hicieron ir a Barcelona, tocó la vuelta.

En el hotel, pese a hacer el check-out, nos guardaron las maletas, para no estar todo el rato pendientes de ellas. Las recogimos y pillamos un taxi de esos que esperan en la puerta.

El taxista es de esos de película, de los que hablan de todo. Había estado en Túnez y se había subido a un “parachute” (en sus propias palabras) playero de los que estiran con una lancha. También había estado en Santo Domingo, en unas grutas con el agua al cuello y a punto de un ataque de claustrofobia. Va a ser verdad eso de que los catalanes viajan bastante.

Al llegar al aeropuerto, otra vez el humillante control se “seguridad” y de vuelta a Madrid.

Esta vez me tocó a mi de ventanilla…

Alberto en la ventanilla

Quizás antes me habría impresionado, pero ahora, con Google Maps y Earth, ya sabía qué iba a ver. Pasamos por encima de la central nuclear de Zorita, que está más cerca de Madrid de lo que pensaba.

Al pasar las azafatas, me dije que tenía que hacer una gracia… al llegar a nuestro lado, le dije que era mi primer vuelo, que si había algún tipo de bautizo aéreo por ello. Ella no lo creía. En realidad era mi 4 vuelo (ida y vuelta a Mallorca con 12 años y el de ida a Barcelona el día anterior). Tras afirmar que era absolutamente cierto (bueno, casi), me dio un bombón y una servilleta.

Bombón

De recuerdo, me llevé la bolsa de los vómitos, sin usar, eso sí. En el coche siempre puede venir bien.

Una vez en la T4, ¡qué odisea para salir!. Sólo veíamos indicaciones de salida de emergencia, pero nada de salida “normal”. Preguntando en los puntos de información, que no hacían más que llevarnos de una punta a otra… Tardamos cerca de 40 minutos hasta descubrir la única salida: dos míseras puertas dobles, de tal modo que una se abre cuando la otra se cierra, para asegurar el sentido.

Finalmente, el taxi hasta casa, casi a la hora de merendar, pero ya en casa.

Viaje a Barcelona (III)

Al despertar, sólo de penar en el Buffet Libre incluido en la habitación, ya tenías ganas de bajar, pero no sin antes darse una ducha de las que no te puedes dar en casa.

Habitación

El piso de la bañera, estaba algo más de un palmo subido que el suelo del baño, por lo que al salir, mojado, sin alfombrilla de goma en la ducha, se convertía en una operación arriesgada. Debido al altura del sanitario, el soporte de ducha no era suficientemente alto, quedándome el teléfono a la altura de la frente en su posición más elevada, lo que hacía incómodo ducharse.

El teléfono de la ducha, no era muy distinto al que podemos tener en casa (dos tipos de chorros), con la salvedad que el “auricular” era como un plato de postre de grande, haciéndolo similar al Enterprise.

Baño

El buffet fue la caña: agua (incluso con gas), zumos, magdalenas, tartas, bizcochos, croissants, donetes, brownie, napolitanas, tostadas, yogures… aunque lo mejor, sin duda, los huevos fritos, el bacon y, como no, chistorra. ¿Habéis mojado pan en la yema de un huevo con su sal para desayunar?, yo sí.

Viaje a Barcelona (II)

Antes de ir a nuestro “destino” (el motivo del viaje), pasamos por el hotel, para dejar los bártulos.

Era un Novotel, de 4 estrellas, con la recepción y comedor muy elegante, pero la habitación… he estado en menos estrellas que me han gustado más. La gracia de todo es que el sitio al que fuimos estaba enfrente al hotel, en un polígono industrial en mitad de la nada… ¡a ver si te vas a divertir!. El ascensor era de traca, sólo funcionó el primer día y las luces, debieron sustituir los halógenos por leds, dando un aspecto gótico fantasmagórico al susodicho.

ascensor raro

Como comprenderéis, no puedo contar lo que hicimos en el “destino”, por lo que pensad en uno de esos fundidos a negro de las pelis. Sólo comentaré que para la comida, nos acogieron entre ellos, llevándonos a “El Galliner”, un restaurante donde se comía muy bien. Había tostadas de pan y tomates, que podías restregar para hacerte un genuino pantomaca. El cachondeo estuvo servido con los ataques a un chaval que había ido a veranear a Mykonos, donde parecen abundar las fiestas gays.

Finalizada la jornada laboral de ese día, sobre las 21:00, debido a la gran constelación del hotel, el menú era algo caro y como nunca habíamos estado en BCN, era de rigor dar un rulete por La Rambla, El Rabal, visitar el Bagdad… lo típico.

En el ferrocata (así llaman a los cercanías), nos dejaban en la estación de Plaza de Cataluña, justo en el comienzo de La Rambla. En esta avenida, se ve de todo, desde los más sorprendentes mimos, gente mutilada pidiendo, trileros, carteristas (íbamos con las manos en los bolsillos)… pero no vi a ningún cebolleta, que tan de moda están.

La Rambla

Para ser un jueves a las 22:00 estaba hasta arriba. Llegamos hasta la plaza donde está Cristóbal Colón, no sin antes pasar por la Plaza Real ni por callejuelas que, de ir solo, preferiría evitar.

Plaza Real

Para la cena, paramos en el Travel Bar. Todo lleno de guiris, hasta la camarera (guiri por cierto), se dirigía a nosotros en inglés. Estábamos en la terraza y otro guiri (este francés) con pintas de “perro-flauta” se ponía a jugar con unas pelotas ardiendo. Luego trató de pasar la gorra, pero al llegar a nosotros, nos dijo que cómo sólo llevábamos 10 minutos, no hacía falta. Al rato, sale la camarera afirmando que tiene que cerrar la terraza y no nos puede atender… ¿Acaso era por ser españoles y no guiris?.

Travel Bar

Acabamos cenando en una especie de kebab, un pita-inn. Menudo sitio… había una pareja yonki que daba mala cosa verlos, pero no eran peligrosos (salvo que te disparen sangre). Era una especie de auto-servicio. El ¿pakistaní? te servía la carne un pan de pita, pero la ensalada y las salsas te la servías tú. La salsa blanca típica de kebab (que por algún extraño motivo no cogí, limitándome a la de “tomate”) sabía a rallos… el caso es que no me dio diarrea, lo cual es de agradecer, sobre todo no estando en casa para poder hacer de vientre de forma tranquila.

Pita inn

Finalmente, como a las 0:00 terminan los ferrocatas, tuvimos que partir de vuelta al hotel, sin que la fiesta terminase.

ferrocatas

Una vez llegado al hotel, en el pasillo había una bandeja de comida de otra habitación. Imagino se podrá llamar a recepción para pedir comida. Por cierto, la bandeja permanecería hasta el día siguiente… a las 9:00 todavía no la habían retirado.

Bandeja de comida

La cama era grande, pero sin almohadas, sólo cojines. Lo mejor era la TV, pues al encenderla, había un menú para elegir Internet (por el módico precio de 9€/h), Películas de Estreno (por sólo 16 €), Cine X y, como no, la TV normal.

Viaje a Barcelona (I)

Tal y como comenté, aquí sigue el resumen del viaje a Barcelona.

La idea era estar en el “sitio” a las 10:30, por lo que entre pitos y flautas, debíamos coger el avión de las 8:15, lo que implica estar en la T4 una hora antes.

Al bajar de casa, el taxi ya está en la puerta (como de costumbre con estos del radio taxi de Tres Cantos. Da igual lo pronto que bajes, ellos ya estarán ahí tirando de taxímetro).

Una vez en la dichosa terminal, compruebo con estupor que en las máquinas de auto facturación no aparece mi código de reserva… Afortunadamente, no eran esas máquinas las que había que consultar, y siguiendo una especie de anagrama de tres líneas curvas, llegas a la parte del puente aéreo.

Debido a las absurdas normas de seguridad, casi es necesario desnudarse para pasar el control. Creo que en breve, tendremos que meternos de cuerpo entero en el scanner. El portátil, hay que sacarlo de la funda, y mi pregunta es, si el scanner ve la bolsa como transparente, ¿para qué?. También hay que quitarse la chaqueta (sí o sí, da igual si pita), el cinturón, reloj… menos mal que no los anillos (imagina que no salen, ¿te cortan el dedo?). Aquello parecía aquella peli llamada “Fortaleza Infernal“, sólo que si te sales de la línea amarilla no te da calambre (creo que es la siguiente medida, no sin antes pasar por la privación sensorial hasta llegar al destino).

Una vez pasados los abusivos y humillantes controles, llegas al aparato, donde la tripulación te saluda (sólo faltaba que dieran un par de besos). Supongo que por eso de justificar la sablada. Guardas todo en la cajonera de arriba, hasta la chaqueta (que llegará hecha un burruño), no sea que haga peligrar la vida por tenerla bien puesta en el regazo y… ¡a volar!.

Resulta lamentable ver los gestos de las azafatas con la explicación de los chalecos… si fuese lenguaje de signos lo entendería, pero los gestos que hacen deben resultarles humillantes. A mi me daba vergüenza ajena. Luego, por megafonía salduban a los pasajeros de Iberia Plus… al resto que nos den.

Una vez en la pista, ¡el subidón!. El piloto aprieta el acelerador a fondo, lo que me recuerda a “El Coche Fantástico” cuando Michael Knight activaba el Turbo Boost, le salían alerones al carro y se quedaba pegado al asiento.

Viaje de ida

El vuelo son menos de 40 minutos, en los que puedes estar menos de 30 sin cinturón, momento que aprovechan para tratar de colarte algún supuesto manjar de “Fast Good” por precios desorbitados. También tienen tienda, para comprar un bolso o unos pendientes de “Folli Follie” (realmente gracioso el nombre).

Finalizando el vuelo, llegamos a la TC, la terminal del puente aéreo en Barcelona, de la que no tardamos ni 5 minutos en salir, pues es más de andar por casa que Barajas.

Hacia Barcelona

Mañana, o mejor dicho, en un rato, tengo que ir a Barcelona.

Todo es fruto de un buen marrón, de los divertidos, de esos que tocan varios palos a la vez, pero como digo yo “… esto es como las pelis, donde siempre ganan los buenos, y esos somos nosotros …” (incorporar sonrisa y guiño al final).

Iré en avión, en el puente aéreo. A primera vista parece un cachondeo, pues los boletos no tiene hora de salida ni día, son como los de metro o cercanías, según vas llegando te montas. Sale un aparato cada cuarto de hora en hora punta (¡casi con más frecuencia que de Colmenar/Tres Cantos a Madrid!).

Con el rollo de no poder llevar dentífrico, desodorante, agua… he tenido que comprar un bolsito de aseo, transparente y con tubitos chiquitos, en Mercadona, especial para vuelos.

Finalmente, espero que no me digan nada con el portátil, pues ese no lo suelto ni loco. Supongo que me harán encenderlo y si soy afortunado, lo comprueban con calma, para ver que no es lo que no debe ser.

En próximos posts, documentos gráficos (espero) y más detalles de la aventura por las lejanas tierras.

TV Timo

Estaba viendo Telecinco Estrellas, un canal de TDT, cuando en un descanso empiezan a publicitar esto el Biostabil 2000:

Biostabil2000

Resulta ser un imán, pero que según ellos, fortifica los huesos, aumenta la testosterona, mejora el descanso… Lo peor de todo es que lo recomiendan cuando el médico no es capaz de dar con la supuesta “dolencia” (por llamarlo de algún modo) del paciente.

Sale una supuesta sanadora, que dice que el cuerpo es electricidad, lo que ella “demuestra” con el ejemplo de cuando a veces tocas a alguien y te da un calambrazo…

Luego, lo mejor de todo, hablan que la “energía electromagnética” (¿calcularán el vector de Poynting?) es absolutamente necesaria en el cuerpo… ¿sabrán los que lo compran (amantes de los “natural” y paraciencias) que un teléfono móvil emite ondas electromagnéticas que luego, con total seguridad, ladran y vociferan de su supuesta peligrosidad? (aunque esto es otro tema y confusión de radiación con radiactividad).

Pensaba que los timos con los imanes (agua magnética, ahorradores de combustible, camas de imanes, fajas…) habían llegado a su fin.

Por si alguien también tiene estas inquietudes escépticas, le recomiendo que visite el CSICOP, la principal asociación escéptica.